Antonio Fuertes Esteban
Hay un sentido muy de ciudadanía
republicana dirigida a la soberanía popular auténtica en algunas declaraciones
de la gente de Podemos que coinciden grosso modo con aquél eslogan del 15M de
" No somos de derechas ni de izquierdas, somos los de abajo y vamos a por
los de arriba"
Se puede constatar cotidianamente
el gran circo que ha supuesto, en las dos últimas décadas en la política de “este
país”, el ejercicio de deslindar a los que históricamente han sido considerados
de izquierdas de los que lo han sido de derechas, arrogándose los primeros la
medalla de la virtud política y social sin muchas veces haber de demostrar
méritos para ello. También se ha podido constatar cómo las clases
desfavorecidas han venido siendo leales a su voto, muchas veces de tradición
familiar, y que hacía que a menudo los oprimidos votaran a partidos de caciques
y opresores tradicionales solo por el hecho del miedo al peligro rojo inoculado
por el poder y que ha actuado como un mantra en la post-guerra española,
especialmente en las zonas rurales. La división sociológica de “este país”
viene de lejos…
Y digo circo porque cuando
actualmente veo a Pedro Sánchez enfundarse en la bandera roja para proclamar
que el PSOE siempre ha sido de izquierdas, no como los populistas de Podemos
que no saben si son de izquierdas o de derechas, me dan ganas de reirme a
carcajadas y vomitar aunque no puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo. El
partido que nos metió en la OTAN, que firmó el Tratado neoliberal de Lisboa sin
consulta popular, como prescribía el Consejo Europeo de signo anti-democrático,
o que promovió la reforma expres de la Constitución vía artículo 135 y poniendo
antes que los intereses del país los de los acreedores bancarios, no debería
llamarse de tradición de izquierdas sin avergonzarse.
"Este país" lleva anclado en el
mito del "no podemos" desde 1812 con la verguenza que hizo im-posible
"la Pepa", pasando por la caída del bienio progresista en 1856, por
la contrarevolución y la caída de la "Gloriosa" de 1868 o por los
cansinos intentos de los gobiernos progresistas de la Restauración por combatir
los privilegios de la oligarquía y de la Iglesia Católica adoctrinadora de las
clases humildes que votaban conservador por el miedo al cambio que venía con
cuernos y rabo. Para finalizar con los intentos del pueblo por emanciparse con
la segunda República y el alzamiento militar al mando del poder de la
oligarquía caciquil, consecuente represión fascista y aplastamiento por muchos
años de las esperanzas populares. Todo ello hacía que el fatalismo ante el
cambio, para salir de una vez por todas de una España casposa y de pandereta,
fuera situando a amplias capas del pueblo en la resignación del no-podemos y
que la restauración de la débil democracia borbónica significara de facto la “legitimación
democrática” internacional del poder oligárquico bendecido en la Transición.
Y en estas estamos hoy, con
partidos neoliberales -fundamentalistas de mercado ergo contrarios al bien
común- que dicen ser de izquierda. Llamarse de izquierda podría significar que
la gente asimilara a Podemos con el PSOE, y no, no es lo mismo. Podemos - como
se puede constatar en su programa y documentos, o en los libros escritos por
sus mentores, o en las tertulias o discursos de sus eurodiputados en la Cámara
Europea- tiene una amplia visión de cambio de izquierdas, que por supuesto
significa que los de abajo ocupen el sitio que una auténtica democracia debería
reservarles en el espacio económico, social y político; el sitio de iguales y
libres. Para eso la solidaridad de los de abajo es, además de posible,
necesaria. Podemos no necesita denominarse de izquierdas, asume la tradición
republicana de izquierdas, los principios de igualdad, libertad y fraternidad y
por lo tanto es de izquierda real, no de boquilla.
Pero en "este país" -a ver si
pronto algunos como yo podemos llamarle España sin avengorzarnos- hay que acabar
de una vez con el mantra del no-podemos, con la maldición de unas clases
explotadas, los de abajo, divididas en el voto por tradición familiar y por
falta de cultura política republicana, o sea de ciudadanía pensante. Para ello
hemos de trabajar todos y cada uno, como propone Podemos en problemas concretos
como el del paro y la emigración de las personas jóvenes, la corrupción, la pobreza y la desigualdad, el abuso y
estafas bancarios, la persecución a nuestra agricultura e industria, el ataque
al medio ambiente o a las pensiones y servicios públicos de calidad, los privilegios de la
Iglesia Católica, la desigualdad de género,…etc. Estos son problemas que apelan
a las expectativas de subsistencia o bienestar, a las conciencias particulares,
a la ética individual o a la solidaridad más allá de los grandes discursos u
ornamentos ideológicos.
Hay que acabar con la incultura
cívica que nos hace situarnos en los signos y en agarrarnos a ellos - ¿son de
izquierdas o de derechas? obligando a hacer un acto de contricción en cada frase- y que sea capaz de sembrar avidez por la igualdad y
la cultura republicana. Hay que invertir en más y mejor educación y por
supuesto en fomentar el asociacionismo cívico y en educar a la ciudadanía.
Por todo ello, yo también estaría
preocupado si fuera élite política en este momento en “este país” porque una
nueva fuerza política aparece como un tornado, como una marea en desarrollo
corto en el tiempo, pero creo que profundo en sentido histórico y que aspira a
romper el mantra del “no se puede” que ha tenido atenazado "este país" durante
siglos y ha mantenido súbditos a muchos de sus ciudadanas y ciudadanos. Aún hoy se pueden escuchar a lo lejos a nada que hagamos un ligero ejercicio de escucha mediática los gritos de ¡Vivan las cadenas! cuando Felipe González llama a rebato a las castas del PP y del PSOE para unirse contra los argumentos y la fuerza arrolladora de las luces de Podemos, que tanto entusiasmo están generando en jóvenes conscientes y antiguos comprometidos. Porque no viene solo a ocupar
puestos en la izquierda de la bancada parlamentaria, porque viene a por todas
¡a ganar y cambiar el signo del mantra histórico!
Como fuerza desatada la
ciudadanía puede ahora constituir una mayoría de cambio, para que de una vez la
razón triunfe ante la incultura, la sinrazón y las armas. Los espíritus de regeneracionistas, socialistas,
comunistas, republicanos y anarquistas honrados gritarían con nosotros:
¡Libertad, igualdad, fraternidad !
España mañana será republicana!
¡Doble llave al sepulcro del Cid !
¡viva las luces!
¡No a la monarquía
antidemocrática !
¡Justicia social !
¡Sí Podemos!
2 comentarios:
Me he emocionado leyendo su magnifico y acertado artículo. Muchas gracias por ello.
Excelente artículo.
Publicar un comentario