Antonio Fuertes Esteban. ATTAC Acordem
Este año 2018 hace 20 que se creó en Francia ATTAC, movimiento de
ciudadanía contrario a la Mundialización neoliberal y por otro Mundo
posible. Surge en Francia como respuesta a los perversos efectos de la
Globalización financiera. Como respuesta de un estado de opinión entre
académicos, profesionales y ciudadanía crítica, estado que mueve
opiniones como la de Ignacio Ramonet en su artículo “Desarmar los
mercados” en 1997. Recordemos:
“La mundialización – cuyo principal motor es la optimización a
escala planetaria del capital financiero – está poniendo a los pueblos
en estado de inseguridad generalizada y el resultado es que las
sociedades existentes son sociedades sin poder”. El desarme del poder
financiero debe convertirse en un objetivo de interés cívico de primera
magnitud “…….. ““Es urgente arrojar algunos gramos de arena en el
engranaje de estos movimientos de capitales devastadores. De tres
formas: supresión de los “paraísos fiscales”; aumento de la fiscalidad
en las rentas del capital; aplicación de tasas sobre las transacciones
financieras”…….. “El impuesto sobre las rentas financieras es una
exigencia democrática mínima, Por ello es importante poner en marcha
mecanismos disuasorios como la Tasa Tobin, gravando todos los
intercambios de divisas en un 0’1%, esto afectaría sobre todo a las
transacciones en corto que no tienen como objeto intercambios
productivos, sino la especulación con las monedas aprovechando la
fluctuación en los tipos de cambio”…….. “¿Por qué no crear (a escala
planetaria) la Organización No Gubernamental Acción por una Tasa Tobin
de ayuda a los ciudadanos (ATTAC)? En coordinación con sindicatos y
asociaciones con finalidades culturales, sociales o ecológicas, podría
funcionar como un formidable grupo de presión cívica ante los gobiernos
para impulsarles a reclamar finalmente la puesta en marcha efectiva de
este impuesto mundial por la solidaridad?”
De la experiencia pasada le fue fácil deducir que los mercados
financieros desregulados acaban siendo armas de destrucción económica y
social masiva.
En octubre de 1929 en dos dramáticas sesiones, se hundió el valor de
las acciones en la Bolsa de Nueva York, lo que provocó el Crash
financiero que supuso la Gran depresión de los años 30, extendiéndose a
Europa y cultivando las condiciones económicas y sociales que abonaron
la Segunda Guerra mundial. El desarrollo de la burbuja se gestó desde
1927 y en el origen estaban las condiciones crediticias que permitían
invertir en bolsa sólo con un 10% de cobertura y un apalancamiento
crediticio hasta del 90%.
En 1933 John Maynard Keynes, propone establecer un pesado impuesto de
estado contra las transacciones financieras de todo tipo, especialmente
las especulativas que se desarrollan en el corto plazo. Dice Keynes “la
falta de liquidez crearía un serio obstáculo a la inversión productiva,
pero la existencia de esta liquidez, dado que estimula la especulación,
hace de la inversión productiva el subproducto de la actividad de un
casino y no el objeto de una selección rigurosa según los criterios de
rentabilidad productiva”. ¿Cómo se puede salir de este dilema? Si bien
no se puede erradicar la liquidez, Keynes propone reducirla. Dice que
las transacciones especulativas, en beneficio público, han de resultar
inaccesibles y caras. Propone entonces un impuesto a las transacciones
financieras, que tendría un efecto estabilizador sobre los precios de
los activos financieros y mejoraría el crecimiento económico y el
empleo. Esta medida de un ITF no es asumida por la comunidad
internacional, aunque tampoco fue necesario durante la gran depresión,
dado la debacle financiera y de las transacciones. Después del Crash los
índices bursátiles no volvieron a valores comparables a los anteriores
de 1929 hasta 1954.
Antes de acabar la Segunda guerra, en 1944, las potencias
occidentales se reúnen en Bretton Woods y elaboran las bases del sistema
económico, financiero y monetario de post-guerra. Se toman medidas para
establecer marcos reguladores y controles a las economías nacionales y
al comercio e inversiones a nivel internacional. A nivel
financiero-bancario se refuerza con controles la Ley Glass–Steagall de
1933, por la que se quiso prevenir una nueva crisis financiera como la
de 1929, separando la banca de depósitos de la banca de inversión para
evitar los grandes flujos financieros fuera de control. El Estado se
reservaba la posibilidad de ayuda a la banca de depósito en caso de
déficit, pero no así a la banca de inversión que había de cargar con la
responsabilidad absoluta sobre los resultados de sus inversiones.
Con Bretton Woods EE.UU se erige como principal garante y
beneficiario del nuevo patrón monetario. Se impone el oro como valor
reserva y paralelamente la paridad dólar-oro, que garantiza la
prevalencia del dólar en el sistema internacional. El principal acuerdo
firmado en Bretton Woods fue el de mantener todos los tipos de cambio
fijos con respecto al oro. En la práctica, los tipos de cambio
permanecían fijos con respecto al dólar y este era convertible en oro a
una tasa fija de 35 dólares por onza. Esta situación le dio a Estados
Unidos dos grandes ventajas. Por un lado, obtuvo grandes ganancias
derivadas de producir los dólares que se usaban en todo el mundo. Por el
otro lado, Estados Unidos pudo permitir mantener un déficit en balanza
de pagos por un largo periodo. Sin embargo a finales de los 60 la
cobertura de dólares en oro de EE.UU pasó del 55% de cobertura en oro al
22%, Estados Unidos tuvo que imprimir dólares muy por encima de sus
reservas oro para hacer frente a gastos extraordinarios. Y es por ello
que EE.UU abandona en 1971 el sistema de Bretón Woods, básicamente lo
que hace es suspender pagos cuando necesita sufragar gastos
extraordinarios. (Gran sociedad de Lyndon Jhonson, Guerra Vietnam). Lo
hace Nixon en agosto de 1971 aboliendo el sistema de paridad que
significa simplemente in-pagar, dejar de dar oro e imprimir dólares que
no eran convertibles.
Así que a partir de 1971, con la pérdida de la paridad, EE.UU hace
frente a sus necesidades financieras imprimiendo dinero sin cortapisas.
El automatismo que tenía el oro para ajustar los déficits exteriores y
la inflación desaparece. A partir de ahora los países pueden acumular
déficits exteriores enormes impensables en el anterior sistema de patrón
oro. La pérdida de convertibilidad dólar-oro supone por otra parte
fluctuaciones imprevisibles en los tipos de cambio, inestabilidad de las
monedas y campo libre a la especulación. EE.UU acaba con el sistema de
Bretton Woods unilateralmente e inicia el camino de transformación de la
economía, buscando atraer capitales a su novel industria financiera.
Los inversores financieros tienen la necesidad de diversificar los
riesgos, “no poner todos los huevos en la misma cesta”, y para ello han
de diversificarse las inversiones y liberalizar los mercados para poder
pasar sin riesgo de unos activos a otros. Para facilitar el pasar de
unos mercados a otros a lo largo de todo el Mundo se promueven
legislaciones en todos los países durante los 70 y 80 que suponen la
absoluta liberalización de los mercados de capital y de cambio. Mientras
en el mercado interior se suprimían las restricciones al crédito
bancario y a los topes de las tasas de interés por parte de los estados.
La liberalización del mercado de capitales promueve una economía
internacional fuertemente especulativa que cambia la naturaleza misma
del mercado. El motivo de la especulación se impone a los motivos
iniciales de favorecer las transacciones y al de precaución. Algunos
autores sitúan el inicio del proceso de globalización financiera en la
medida de abandono de la paridad dólar-oro, en 1971. Es sobre estos
cimientos que las políticas neoliberales – iniciadas en EE.UU en los 70,
aplicadas a las finanzas mediante la libertad absoluta de los mercados
de capital, la desregulación de los mercados e instituciones financieras
y la progresiva privatización y concentración oligopólica del sistema
bancario – mutan la existencia del capitalismo (que no la esencia), en
el nuevo marco de la globalización real, de carácter financiero. Se
habla así de financiarización de la economía.
Nada de esto hubiera pasado si en 1972 la comunidad internacional
hubiera valorado adecuadamente la receta de James Tobin que pretendía
impedir que los estados perdieran capacidad para implementar políticas
autónomas, ante las finanzas descontroladas. Esta receta era la llamada
Tasa Tobin, un impuesto para disuadir la especulación cortoplacista
sobre los tipos de cambio en los mercados monetarios, reactivando así la
capacidad de los bancos centrales para intervenir en los mercados de
divisas. Propone en 1972 poner obstáculos a la excesiva movilidad de
capitales mediante la aplicación de un impuesto a las transacciones de
cambio en monedas, Tasa Tobin. Es lo que llama echar algunos granos de
arena en los engranajes demasiado bien lubricados de las finanzas
internacionales. Su intención no fue recaudatoria sino establecer un
cortafuegos a la especulación financiera, disuadiéndola.
Sin embargo no se actuó a tiempo y el proceso iniciado en 1971 de
financiarización de la economía, propio de la llamada Globalización
financiera, dura dos décadas de medidas neoliberales acumulativas sobre
las finanzas: Eliminación barreras proteccionistas. Supresión controles
de capital y de cambio, EE.UU (1974). La OCDE presiona para suprimir el
control de capitales en todo el Mundo, lográndose así la afluencia
capitales a Wall Street. Se liberalizan los tiempos interés (1979).
Desregulación bancaria. Fin de tributación en origen (Reagan 1982).
Reformas en las bolsas y sobre el mercado de valores. Integración global
mercados de capital en los 80s. Desintermediación bancaria y paulatina
evolución de los bancos comerciales a bancos de inversión. Creación de
dinero bancario a través depósitos a la vista. Grandes bancos orientan
sus actividades a la banca privada y el offshore. Se promueve la
independencia de bancos centrales y el abuso de titulización y
apalancamiento, la ingeniería financiera y los productos derivados.
Clinton en 1999 rubricaba delante los bancos la gran capitulación, por
medio de la Gramm-leach-Bliley Act, abole la ley Glass Esteagall que
separaba los bancos de depósito de los de inversión.
El descontrol generalizado de los mercados financieros ha ido
provocando burbujas especulativas sobre activos diferentes en cada
momento. La crisis de 1994 en México provocó la devaluación del Peso. En
1997 la especulación sobre el Bath tailandés provocó la devaluación a
la mitad de su valor, esto fue el origen de una profunda crisis
económica y social en el Este asiático que recaló sobre las economía
mundial por “efecto dominó”. En 2001 la quiebra de los valores de la
Nueva economía originó la llamada Burbuja puntocom, que significó el
inicio de una recesión y mientras esto sucedía se iniciaba una nueva
burbuja especulativa que tenía como base los títulos hipotecarios sobre
la adquisición de vivienda en EE.UU (subprime) y en otros países (
Irlanda o España). La explosión de los derivados empaquetados con
títulos subprime, dio lugar en 2008 a lo que hemos denominado Gran
recesión y 10 años de crisis sistémica capitalista de la que no hemos
salido, ya que el nivel de empleo se ha equilibrado en base a trabajo
temporal, precario y sueldos de pobreza. Las desigualdades se han
disparado y los servicios y prestaciones sociales propios del estado de
derecho han sufrido importantes recortes. En 2008 los inversores
decidieron trasladar su ámbito especulativo a otros sectores, como el de
los bienes básicos o los alimentos. La especulación sobre este último
sector creó grandes malestares en 2008 y en 2011 en países como México,
Haití, y diversos países latinoamericanos o africanos, habiéndose
sucedido las revueltas por el precio abusivo de los alimentos más
básicos. Ningún posible bien o servicio queda hoy libre de la acción
especulativa de los bancos, fondos de inversión u otros grandes
inversores internacionales. Estamos contemplando cómo los llamados
“fondos buitre” especulan comprando suelo urbanizable, fincas enteras
para alquiler turístico en España o compran la deuda soberana de algunos
estados para posteriormente ser exigentes en sus plazos de cobro, si es
necesario llevando a los estados a los tribunales. Estamos viendo como
estos fondos recalan en el accionariado de hospitales, tienen tomada la
llamada “prensa libre” o compran grandes empresas para seccionarlas
“sanearlas” despidiendo mano de obra no necesaria y venderlas luego a
pedacitos a los mejores postores oligopólicos, es un claro ejemplo de lo
que ha pasado, no solo con empresas comerciales, sino también con
algunos bancos, aunque lo más frecuente es que la re-estructuración
bancaría haya significado la absorción de bancos pequeños por los
sistémicos a precio de saldo.
No se si a estas alturas ya nos vamos enterando de las magnitudes de
las que estamos hablando y de las consecuencias que este capitalismo de
casino reporta a las sociedades. Pero ¿Qué se ha hecho para remediarlo
desde la sociedad civil y las instituciones?
ATTAC se funda en Francia hace 20 años, en 1998, y ahora es una red
de ciudadanas y ciudadanos en países de Europa, América, África y Asia.
Desde su inicio abanderó la Tasa Tobín, hoy ITF sobre todo tipo de
transacciones financieras, y diversas ONG,s, sindicatos y otros
colectivos locales se fueron uniendo a partir de 2005 a esta iniciativa
para desarmar los mercados. Como consecuencia de la presión de la
sociedad civil durante una década han tenido lugar a distintos niveles
de gobierno iniciativas legislativas que fundamentalmente han fracasado,
fundamentalmente por falta de presión popular y de voluntad política
para hacerlas realidad. En 2010 se aprueba en el Parlamento Europeo una
moción por un ITF, presentada por la parlamentaria socialista griega
Anni Podimata, consigue su aprobación y es el inicio de un proceso
fallido en el que se ha constatado, con toda su crudeza, quien manda en
la Unión Europea, los lobbies financieros que defienden el interés de
las grandes corporaciones. La primera directiva sobre un ITF en la UE
redactada por la Comisión Europea ve la luz en 2011, con un impuesto
sobre acciones y bonos del 0’1% y a los derivados de un 0’01%. Si bien
muchos lo tachamos de insuficiente para lograr disuadir la gran
especulación financiera, lo saludamos positivamente como primer paso
para ir introduciendo en las agendas políticas y ciudadanas el debate
sobre este impuesto internacional a la especulación.
La directiva de 2011 sobre un ITF en la UE no prospera por la fuerte
oposición interna de países, que, como Gran Bretaña o Luxemburgo tienen
en la industria financiera una fuente de ingresos considerable. Para
salvar en lo posible este impuesto, en 2013 se lleva adelante un proceso
de cooperación reforzada en el que 11 países de la UE logran que la
Comisión vuelva a redactar otro marco legislativo para estos 11 países.
Las medidas de esta directiva restringida ya habrían de haberse puesto
en marcha a día de hoy, pero la gran presión de los lobbies financieros
de Bruselas sobre los gobiernos provocó un nuevo fracaso, unido a las
desavenencias por la extensión de la base imponible de este impuesto.
Francia e Italia “tiraron por la directa” y adoptaron mediante tibios
ITF particulares medidas unilaterales de carácter fundamentalmente
recaudatorio. España rechazó en sede parlamentaria la propuesta de
Unidos Podemos de lanzar su propio ITF. La situación actual del impuesto
es dramática, las sucesivas reuniones del ECOFIN (Reunión de ministros
de economía y finanzas de la UE) han ido aplazando la puesta en marcha
de este impuesto. La próxima presidencia de la Unión Europea de Austria,
un país al que se había delegado el banderín del ITF en Europa, pero
que ha cambiado recientemente su gobierno por uno de
derecha-extremaderecha y euroescéptico, hace presagiar lo peor.
Actualmente la especulación, que constituye la base de lo que Keynes
llamaba “economía de casino” mueve importes diarios 80 veces superiores a
los que se mueven dentro de la economía real (la que se centra en la
producción, distribución y consumo de bienes y servicios). El beneficio
de las corporaciones era estimado, en un estudio de “Economistas frente a
la Crisis” valoraba en 2014 que dentro del balance de las empresas
transnacionales en el Mundo, los beneficios de su actividad especulativa
multiplican por 29 el de su actividad productiva. Estos datos serían
meras cifras si no fuera porque esta situación socaba el poder de
presión de los trabajadores mediante la huelga como instrumento de lucha
sindical. Unos sindicatos que no han comprendido que acabar hoy con la
explotación financiera especulativa sobre el mundo del trabajo es tan
vital como el derecho a huelga para combatir la explotación laboral. Los
sindicatos de trabajadores, partidos políticos de izquierda y
ciudadanos críticos en general han de actualizar su diagnóstico en
algunas ocasiones, pero sobre todo sus respuestas. El paradigma
fordista, hace décadas extinguido, no puede ser el que siga alimentando
las respuestas organizadas al capitalismo, capitalismo hoy global y
financiarizado. Combatir la dictadura de los mercados dentro de la
actual globalización neoliberal plantea hoy retos de análisis y acción
social y política colectiva extraordinarios.
Hay que acabar con la industria financiera especulativa y con su
mayor base operativa, la opacidad de los refugios fiscales. Para ello
hay que luchar a nivel internacional por un ITF que disuada la
especulación cortoplacista con todo tipo de activos. La apuesta de
Ignacio Ramonet para crear un fuerte movimiento cívico-político para
desarmar los mercados tiene ahora más vigencia que nunca y desde la
política ha de ser un objetivo de primera necesidad.
El capital ha ido construyendo el laberinto en el que las sociedades
hemos quedado prisioneras sin darnos cuenta, endeudados, sin rumbo ni
referencias conocidas a las que agarrarnos. Lo más deprimente es que han
logrado que nuestros representantes políticos sean, mayoritariamente,
los “mayordomos” que cuidan del laberinto. ¿Cómo explicamos a la gente
que ha quedado atrapada en un complejo laberinto financiero, habitado
por el minotauro de la austeridad que se alimenta de sacrificios
humanos, que sólo enfrentándonos al constructor del laberinto, el
capital financiero, lograremos salir? Muchos prefieren soslayar esa
titánica tarea, en la sociedad de la competencia, cada cual busca su
nicho de redención, temerosos de afrontar el reto político que los
tiempos requieren: Abordar la contradicción fundamental hoy y aunar a la
ciudadanía en la lucha política contra el capital financiero. Mientras
el poder del dueño del Laberinto crece cada día, conforme el laberinto
se complejiza.
Se cumplen 20 años de la fundación de la Asociación ATTAC para la
tasación de las transacciones financieras y la acción ciudadana y 10
años del Crash de Lehman Brothers que supuso el inicio de la actual
crisis sistémica. Tomemos buena cuenta de los orígenes de esta y otras
crisis y de las formas posibles de enfrentarnos a ella, el futuro de la
humanidad y el planeta están en juego. Hemos de arrebatar la política de
las manos de sus verdugos, los mercados financieros.
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