jueves, 20 de junio de 2019

¿Dónde estamos?






Fallo de sistema (IV)

¿Dónde estamos?

¿Dónde están los altermundistas? los que pararon el AMI en Seattle, los de Génova, los que fundaron el FSM en Porto Alegre, los que se movilizaron contra la Europa del capital y la guerra, los del 15M. ¿Dónde están?

¿Qué proyecto tienen para otro Mundo posible? ¿Cómo piensan deconstruir la globalización capitalista y trazar caminos emancipadores hacia la globalización de las personas?

La respuesta es sencilla, desde que el 15 M se conformó como alternativa política y recaló en las instituciones, con el tiempo fue perdiendo utopismo e internacionalismo, en función del realismo de izquierda y aprovechando - desde las “ciudades del cambio” y desde el factótum patrio reconvertido - las grietas que el orden sistémico global va dejando. Aunque el rédito de las grandes empresas crezca cada día, así como la brecha de la desigualdad, siempre habrá quien, desde las instituciones, nos señale sus logros. Y mientras ha cambiado la mirada de la gente: de engrosar la revuelta social, a esperar logros desde las “rejuvenecidas” instituciones.

Nuestros tatarabuelos, en los albores de la industrialización, ya sabían que para enfrentarse a la explotación capitalista era necesario trascender las fronteras y crearon Internacionales. Lo hicieron sin tener instrumentos comunicativos on-line, ni aviones o trenes de alta velocidad, y sin embargo lograron poner en pie organizaciones tan potentes como para enfrentarse al capitalismo en Occidente. Hoy, con los medios a nuestro alcance, nos replegamos en nuestras fronteras, cabizbajos, impotentes, confusos, humillados, sin esperanza, tibios, huyendo de enfrentamientos con el sistema en el campo de batalla real, el global.

¿Y los que dicen defender a los trabajadores? Renuncian al reto que supondría la federación de agentes de cambio internacional por otra humanidad posible. Renuncian desde la comodidad de lo conocido, los caminos trillados, pero por eso mismo transcendidos y estériles. Se refugian en capillas sindicales, en asociaciones identitarias heredadas de la era fordista y no hacen más que justificar su inoperancia. Carecen de proyecto, no son capaces de enfrentarse a los retos que los tiempos requieren y en estas lides han acabado confabulados con el sistema. ¿Cómo se puede ser de izquierdas y ayudar a medrar, con su gestión en planes de pensiones, al capitalismo financiero al mismo tiempo? Han renunciado al honor, a la dignidad y a la ideología, y sentados en las poltronas del paraninfo de la izquierda siguen enviando a las ovejas a degüello.

Y a los nacionalistas ¿qué decirles? Que son lo viejo  ¡que despierten! la nueva utopía no entiende de fronteras. Los riesgos que prenden en la gente hoy son globales y solo tienen un camino de embate, el global. ¿Nos daremos cuenta cuando tengamos el agua al cuello?

¿No nos inmutamos cuando los científicos nos alertan de la inminencia del cambio climático, o que las fuentes de energía que utilizamos han sobrepasado ya su límite extractivo? ¡sigamos pensando en crecer, en aumentar nuestro PIB! ¡Sigamos!

¿Creemos que el problema del paro es abordable sin medidas solidarias por parte de los trabajadores para generar empleo? ¡vivimos en el Reino de Jauja!

¿Creemos que el sistema financiero se democratizará por sí mismo, sin enfrentarse seriamente a él? ¡Estamos en la Inopia!

¿No consideramos necesario sentar bases para internacionalizar la solidaridad? eso es lo peor, es creer que nuestro terruño reconocible puede sobrevivir en un mundo deshumanizado, un planeta herido y con un capitalismo financiero depredador. La dictadura financiera sigue socavando la democracia mientras desde las instituciones se nos dice que vivimos en un sistema democrático de derecho porque conjuga tres poderes que se vigilan: legislativo, ejecutivo y judicial; cuando lo cierto es que es el poder del dinero el que se impone, como sentenció el sociólogo crítico C. Wright Mills en 1956. Si queremos avanzar en democracia hoy, el reto es global y hemos de asentarlo en el necesario equilibrio de tres poderes en una democracia republicana: El estado, el mercado y la sociedad, aunque sabemos que hoy la dictadura del mercado sobre el estado y la sociedad es motivo de esta barbarie. Dentro del estado ¿Quién hoy hace Politeia? En el sentido que Aristóteles concibió para el buen gobierno.

Desde la sociedad, ¿seguiremos situando nuestros sueños, retos y políticas en nacionalismos o independentismos, sindicalismos de salón, beaterías, o vecinismos variopintos, sin poner la vista en un horizonte más allá de nuestros amaneceres? ¡estamos perdidos!

martes, 4 de junio de 2019

¡Son las finanzas estúpidos!




 FALLO DE SISTEMA (IV)

¡Son las finanzas estúpidos!


Antonio Fuertes Esteban. ATTAC Acordem

Decía mi padre que en su vida había visto desde el arado romano y la hoz a la cosechadora-trilladora-empaquetadora. Él, como muchos otros, dejó la tierra por otros horizontes en la ciudad. Esto fue debido al desarrollo de la mecanización agraria y a la llamada revolución verde. Los que quedaron en el campo hubieron de financiar la necesaria tecnología, los que se fueron a la ciudad acabaron hipotecándose la vida.

Los años 60 suponen un gran cambio sociológico, el del crecimiento de las ciudades y el inicio de la España vaciada. Constituyen al mismo tiempo el despegue del sector financiero, apoyado en la capitalización necesaria de la industria en el nuevo ordenamiento territorial. El capital bancario pasa a ser prioritario ante el industrial en el proceso de acumulación, ya que los bancos son los mayores accionistas de las empresas y es en el desarrollo de las metrópolis donde la banca genera sus mayores activos.

En las últimas décadas hemos vivido la internacionalización de las grandes empresas, convirtiéndose en multinacionales. La competencia global ha supuesto la lucha de las corporaciones por ganar cuotas de mercado en una jungla donde sólo las mayores sobreviven. El proceso acaba con el libre mercado, creándose oligopolios que fijan condiciones y precios en los intercambios.

El desarrollo meteórico de las ciudades y del progreso material, no hubiera sido posible en base únicamente al ahorro y la acumulación generada por el trabajo asalariado. Para lanzar la actividad económica y acelerar la acumulación de capital hizo falta el desarrollo de lo que Marx llamó el capital ficticio, que se forma de la nada en los mercados bancarios o bursátiles. Se encuentra fundamentalmente en el dinero del crédito, valores de deuda pública y acciones. El resultado de su creación, en principio es incierto. Creado para lanzar proyectos que generan expectativas económicas, no siempre las expectativas se cumplen, significa siempre un riesgo asumido.

El capital ficticio ha alimentado una doble competitividad en el crecimiento, la de las empresas por prevalecer y aumentar cuotas de mercado y la de los países por el crecimiento de su PIB. Es el desarrollo de esta competitividad la que ha generado la obsesión del sistema capitalista por el crecimiento, un crecimiento acompañado de una profunda brecha de desigualdad, la extinción de recursos naturales, la degradación del medio ambiente y la generación continua de riesgos.

La actual crisis la provocó la codicia sin límite del capital financiero, que en su innovación continua y apalancado en la ingeniería financiera y la especulación, ha generado nuevos riesgos. Según el Banco internacional de pagos de Basilea, menos del 2% de transacciones monetarias se producen en la economía real, el resto en la economía especulativa. Estos riesgos se trasladan a través de los productos derivados al conjunto del sistema financiero generando inestabilidad y burbujas que estallan suponiendo graves problemas económicos y sociales.

Los fondos financieros, apenas tienen regulación y control, se ubican por lo general en paraísos fiscales, alimentan la peligrosa banca en la sombra y han reemplazado en parte a la banca como accionistas de las grandes empresas. La banca cobraba dividendos por sus participaciones en empresas bajo su control, hoy los fondos invierten en empresas mientras pueden servirse de ellas y obtener beneficio, sin ninguna lealtad cuando no los obtienen. Estos fondos tienen enormes proporciones, el fondo BlackRock gestiona 6,3 billones $ en activos, mucho más dinero que el banco más grande, el ICBC chino.

Aumenta la deriva neoliberal en las finanzas con la competencia, la liberalización de capitales y la falta de regulación y control político. Sin embargo, la mayoría de mensajes y prácticas políticas tratan de convencernos de que atraer a los inversores es un objetivo político de primera necesidad. Renunciando a controlar y regular los mercados financieros, han convertido el interés del capital financiero de mercadear con la vida material y los recursos del planeta, en interés general.

La mayoría de afectados por las crisis del capitalismo se vienen convirtiendo en sujetos políticos fragmentados y reivindican que los estados satisfagan sus necesidades. Sin embargo, los estados hace tiempo vendieron o cedieron su soberanía al capital. Hoy la lucha emancipadora y por salvar el planeta pasa necesariamente por integrar las luchas dispersas en una central contra el poder financiero.