lunes, 17 de noviembre de 2014

Emanciparse del estigma patrio






Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
(Antonio Machado)


La España central o de tierras adentro. La rural y profunda. La mayormente inculta y bastión de la reconquista. La adocenada. La que durante la Restauración votó al partido conservador de Cánovas del Castillo. La religiosa visceral, en un país donde la revolución burguesa y la secularización de la sociedad se vieron continuamente frustradas por concordatos, órdenes religiosas y ruido de sables. La autárquica, cerrada y castiza un país Viridiano y hurdeño para Buñuel. Que durante la segunda República votó a la CEDA de Gil Robles o desde la transición al PP de Aznar y Rajoy. Pasto de penas, liturgias, rosarios y señoritos enseñoreados de su súbdito cortijo y que siguen enseñoreados con mayoría absoluta en el Congreso. ¿Qué le pasó? ¡Cual es el sortilegio que la decadencia del imperio de los Austrias dejó en este país? generación tras generación de pobreza aderezada con toros, futbol y plegarias, de fiesta nacional y pandereta. Enganchados los pobres a las cadenas sublimes de la Patria, al corazón de las apariencias pretenciosas y mezquinas.

La España periférica, la liberal, la que en la Restauración vota a Sagasta y con la República Frente popular y tras la Transición PSOE, PC, o PNV y CiU, o a Bloque Galego o a ERC, después de la restauración borbón - "democrática". La europeista con sueños de libertad, la que quiso romper con la curia secularizándose, o no (PNV y CiU). La enemiga acérrima del rey Borbón y su dinastía, de la corte y su cortijo. La emprendedora y liberal que sintió la llamada de las Luces. La que clama contra la autarquía con ganas de abrirse al mundo, a la ciudadanía más allá de las fronteras. La España de los regeneracionistas Costa o Pi i Margall con ansias federales y universales la que quiso cerrar con dos vueltas el sepulcro del Cid y sus condominios para que no cabalgase una vez muerto, perpetuando el estigma de las dos Españas.

Y estas dos Españas transversalizadas por décadas y décadas de la pobreza y vasallaje y comandadas por una casta alternantemente desaprensiva durante la actual restauración borbónica. Marcada por el estigma de la Guerra civil que heló el corazón a varias generaciones, aunque algunos niños hoy no sepan que significó para sus abuelos. Y sin embargo las culturas, leyendas y universos dispares adosadas a territorios y familias, ora a ateneos ora a parroquias, se han transustanciado a menudo en colores de papeletas en las urnas, en recuentos de las afrentas patrias, en refugio de las glorias y programas de uno u otro signo, en nichos de incomprensión y de "espadas en alto" en las cámaras generales y territoriales. Hoy la pugna hispana sigue, sigue la estafa banderil que nos divide a los iguales entre rojos o fachas, entre conservadores y progresistas, entre laicistas y ritualistas, entre nicho de voto de izquierdas y nicho de derechas. Sin embargo la guerra que engendró este desaguisado, queda sin resolver; en eterno duelo no superado, en las cunetas, los pozos de cal y algunas memorias. Pero el pueblo perdió dicha memoria, cuando es un axioma histórico que quien olvida su pasado, no lo soluciona y está condenado a repetirlo.

Parecería que, según la tradición histórica, en y ante un conflicto secular no resuelto entre las dos Españas, el panorama político encerrado en el marco izquierda-derecha, al igual que en muchos otros países de nuestro entorno europeo, no está ayudando a aumentar el protagonismo del pueblo en las democracias formales en España o Europa. Esto daría prevalencia a un tipo de gobernanza marcada desde esferas oligárquicas y a democracias de corte elitista en las que la ciudadanía solo participa en la elección entre diversos grupos políticos que aspiran al poder, aquello a lo que Robert Dhal llamó poliarquía como sistema político. Eso sí añadiendo, en el mundo de la globalización financiera actual, que estos partidos elegidos para gobernar dejarían a las corporaciones internacionales el gobierno económico real en cuanto a los marcos decisorios fundamentales.

Así ha sido como izquierda y derecha se plegaron a la OTAN, a EE.UU o actualmente venden gran parte de la soberanía patria a las transnacionales. Aunque según ellos no pueden hacer otra cosa, ya que estamos hoy en un Mundo interdependiente y unas estructuras políticas europeas comandadas por la UE. Una UE no democrática y neoliberal por la voluntad de los gobiernos Europeos socialistas, liberales o populares puestos de acuerdo mediante el Tratado de Lisboa aprobado en 2009 y redactado bajo presión continua de los lobbies económicos internacionales. Este Tratado ha significado poner a Europa bajo la bota del capitalismo financiero y corporativo internacional tiranizando a su ciudadanía.

Pero hace ahora cerca de 4 años que miles de jóvenes sin futuro y de ciudadanas ninguneadas, salieron un 15M a las plazas exigiendo en España trabajo, democracia y dignidad. Protagonizaron un episodio de eco internacional en el que pusieron en evidencia la farsa del teatro democrático. Cuestionaron un sistema bipartidista de alternancia que revivía el eterno episodio nacional de izquierda versus derecha y proclamaron ¡Somos el 99%! ¡No somos ni de izquierdas ni de derechas, somos los de abajo y vamos a por los de arriba!

Y hete aquí que, apenas 3 años más tarde, procedentes del mismo espíritu del 15 M, unos cuantos jóvenes, muchos de ellos profesores universitarios, deciden transformar el tablero político y cambian el marco interpretativo (frame) del juego de las veleidades históricas, se atreven a romper con la maldición infranqueable de las dos Españas. Rompen con un marco anterior que solo servía para recrear eternamente una historia ya escrita de antemano, acumulativa e irrenunciable, anunciada. El mismo marco que nutrió las conflagraciones carlistas, las disputas enconadas políticas y civiles de la Restauración, los conflictos de masas en el XIX y EL XX, la Guerra civil,..., en una palabra, el marco interpretativo de las eternas dos Españas. Marco bidireccional, con eje de abscisas marcado por la oposición conservador-liberal; izquierda-derecha; centro-periferia. El eje de ordenadas del paso del tiempo histórico un tiempo inmutable, como el mito del Eterno Retorno, sin posibilidad de cambio. Y esta gente valiente y a menudo incomprendida se atreve a cambiar el marco interpretativo histórico y hace algo parecido al siguiente ejercicio.

Cambia el eje "izquierda-derecha" por el de "los de arriba-los de abajo" y pone un tercer eje el de "la participación de la ciudadana", convirtiendo el tablero en un cubo de Rubik donde las piezas se mueven colectivamente unidas unas con otras. Donde las personas actúan y hablan entre sí, ajenas en muchas ocasiones a las órdenes elitistas del Poder que trata de moverlas. Donde todas las piezas pueden auto-empoderarse y contribuir a transformar su vida y el espacio compartido. Donde al final las piezas cobran vida propia y no necesariamente han de estar esperando a ser desplazadas en el tablero, donde el fin de juego es la igualdad en la diversidad y no un paisaje devastado. Ese es el cambio real, la apuesta por compartir el poder, por aspirar a la libertad más allá del favor del rey y la reina, blancas o negras. Pero para que ese ejercicio de profundidad de campo, del campo del poder sea posible, intuyo que no puede haber empoderamiento de los empobrecidos y ninguneados de abajo, de ese 99%, sin una fuerte revolución social en la educación y las costumbres que haga efectiva una cultura auténticamente democrática y más allá del seguidismo de los líderes de aquí o de allá.

No todo ha de ser movimientos tácticos de respuesta a la corrupción o la explotación enquistada. También sabemos que la memoria es olvidadiza, más en tiempos vertiginosos y mediáticos, por lo que cambiar el marco de juego hace necesario también  cambiar el marco y el alcance de interpretación humana, abrir con la educación la forma de enfrentarse al mundo, donde ya no sea la conflagración la que predomine, sino la solidaridad entre los iguales. Donde ya no abunde la incultura, sino las luces de la educación emancipada de los estigmas patrios.

Antonio Fuertes Esteban
16 de noviembre de 2014

4 comentarios:

Carmen dijo...

Extraordinario artículo, Antonio. En el fondo y en la forma. Felicidades!!

Anónimo dijo...

Gracias por este regalo que me has dejado en mi face esta noche...Muaks!

Anónimo dijo...

Las dos Españas escenficaron - y no porque las parieran- otras más. A las dos Españas machadianas hubo que juntar las de las naciones contenidas en ellas, y no solo la de la republica y la de las ideas progresistas y la del nacionalcatolicismo y la de las ideas envilecedoras. Nunca hubo una renconciliacion entre esas dos tendencias macro en su historia. Los hijos de los hijos de los hijos de los que se pelearon a sangre y fuego siguen /seguimos con sus/nuestras rencillas. Es dificil imaginar a esas alturas un congreso de re-fraternización. Las tendencias psicologicas de las enemistades continuarán hasta no se sabe cuando (o habrá que consultar al oráculo). Jes RHYCARD

Res Publica Global dijo...

Amén!!