Nací en Teruel
el año en que se retiraron las cartillas de racionamiento 1953, no
obstante soy hijo del hambre y la represión de la guerra. Mi abuelo materno,
anarcosindicalista, siempre estuvo fugado, incluso durante la República
pasaba muchas temporadas en los alrededores de Peña Palomera, lejos de
la represión de la guardia civil. Mi abuela hubo de criar y sacar
adelante, en un ambiente pobre y hostil, a 6 menores: Antonio Progreso,
María Libertad, María Fraternidad , Aurora (mi madre), Vicente Floreal y
Cándido Germinal. No llegué a conocer a mi abuelo materno que había muerto, años antes de yo nacer,
en la cárcel de Teruel, nadie sabe bien en qué circinstancias.
La guerra hizo que mi abuela tuviera que
trasladar a menudo su residencia con 6 hijos, de un pueblo a otro de
Teruel, alojándose como pudo y tratando de ganar el poco pan que sus hijos comían de la forma que sabía, cosiendo y remendando la ropa. Mi madre tenía 8 años y las condiciones climáticas, la humedad y
el hambre prendieron en ella una anemia endémica que afectó a su
sangre. Cuando mi padre quiso casarse con ella, los médicos le dijeron
que duraría poco, aun así se casaron.
Yo fui el primero de dos
hijos, pero ya no pude criarme con leche materna. Mi hermana nació año y
medio más tarde pero murió antes de cumplir un año de edad. Mi infancia
fue difícil, ya que mi madre siempre estuvo enferma y de médicos y no
pudo cuidarme. Yo me crié con mis tíos en Francia, con mis abuelos
paternos en un pueblo de Teruel, o en Badajoz con mi abuela materna. Quizá por eso nunca tuve una patria
en mi inconsciente, de lo cual es de las pocas cosas que me alegro, las
patrias no me gustan.
Años más tarde de morir mi madre mi padre se volvió a casar y
tuve a mi único hermano, doce años menor que yo. Tuve la suerte de
estudiar en Zaragoza magisterio y a los 28 años vine a buscar trabajo a
Cataluña, donde mi compañera y yo nos casamos por lo civil y tuvimos a
nuestros dos hijos Sara de 27 años y Pau de 24. Los dos han podido
estudiar y hacer carrera, pero no han podido hasta ahora trabajar para lo que se han preparado, muy mal han dejado la vida en este país para los jóvenes. Toda mi vida he sido una
persona activa y comprometida, pero en este momento mucho más, quiero
luchar por que mis hijos tengan futuro en este país de mil demonios.
Siempre he tenido muy claro mi sentido de la solidaridad, no como
solidaridad nacional, sino como solidaridad humana. En mí el eje de
clase siempre ha primado sobre el nacional, más cuando mi humilde
ilustración y experiencia nutren y mantienen mi convencimiento de que
los pueblos históricamente interclasistas, que se reivindican como nación
en su transición hacia el Estado, acaban por sucumbir a la desigualdad y
la tiranía de los menos sobre los más. La lógica de la dominación ha
pasado por capitalizar el poder económico y/o político a través de los
estados. En la actualidad el poder global del dinero o capitalismo
financiero utiliza a los Estados para dominar a ciudadanas y ciudadanos y para enfrentar a los de un país con los de otros.
Pero, aun cuando comprendo que las unidades políticas de la modernidad
pasan hoy por ser estados, cuando en este momento se reivindican nuevos estados me
pregunto ¿Quiénes y porqué quieren hacerlo? Y lo que me contesto no
siempre me gusta. Mi sentido de la dignidad y de justicia me llevan a
apoyar las causas palestina, kurda, saharaui o tibetana, es obvio que
son pueblos sometidos o colonizados, bajo tiranías criminales y absurdas
y que la tiranía que les somete al tirano externo pesa mucho más que
las diferencias internas de clase o estatus y une a la gente contra los
tiranos o colonizadores externos, reivindicando al mismo tiempo la
transición nacional hacia el autogobierno.
Entiendo que la ONU abogara en los 60 por la libre determinación de los pueblos colonizados y que
esto supusiera un apoyo a la descolonización, sin embargo no tengo tan
claro el derecho a la libre determinación en países interclasistas con democracias formales del
primer mundo y no colonizados.
Dados
mis valores internacionalistas, solidarios y cosmopolitas, únicos que
considero nos pueden llevar a la emancipación en un mundo globalizado
por el capitalismo transnacional, creo firmemente que en lo que toca a
conformar las unidades políticas en adelante sólo nos queda un camino
de emancipación, que tendrá que apoyarse en la necesaria fraternidad
entre los pueblos (en un sentido de pueblo como ciudadanía oprimida global, no en el
sentido interclasista). Esto significa crear el germen de una gran comunidad internacional, que sea capaz de ir diluyendo poco a poco pero
inexorablemente las diversas fronteras físicas y psíquicas que nos
conducen a la fatalidad de la competencia y la desunión entre los
iguales de aquí y allá. Dicha competencia es creada y recreada por los
poderes políticos nacionales y económicos globales y es la competencia
necesaria para mantener y afianzar las condiciones que a través de la
defensa de los intereses patrios hacen posible la explotación y la
desigualdad a nivel global.
1 comentario:
Un abrazo Antonio
Toni
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