Muchas
personas son las que siguen pacientes y resignadas ante la pérdida de
perspectivas de vida. Predomina el Carpe diem como un mantra del “buen gusto
social” como un designio de los dioses que forma parte del magma intempóreo de
lo dado, de la fatalidad. Y es que el día a día, todo lo más el semana a
semana, se ha convertido en la cadencia significativa de la gestión de lo
posible. Muchas son las personas que sobreviven en este sistema dentro de los
diversos roles que la ruleta de la fortuna les ha asignado, sin plantearse en
ningún momento que la suerte evoluciona según planes de pensamiento, de acción
y de re-acción, en el corto y el largo plazo. Sobreviven sin plantearse en ningún momento
su contribución en la acción continua de la sociedad por mejorarse y superarse
a si misma. Por ello el retroceso social es hoy sistémico y se ha enquistado en
todos los rincones del juego de esta aula de parvulario que es hoy la incauta e infeliz sociedad.
Es una gran
mayoría la que transita hoy la vida ensimismada con la acción reacción, sin
pensamiento social y enfrascada en sus cuitas cotidianas, sin mirar el
horizonte apenas y soportando estoicamente la pérdida paulatina de derechos. ¿Dónde
quedó la dignidad? ¿Dónde la utopía?
Son gentes que
inducen supuestos y confían en ellos:
Confían que la
vida no les negará lo esencial, en cuanto a alimentación y techo.
Confían que
podrán seguir teniendo acceso a un trabajo.
Confían que
seguirán teniendo acceso al sistema de salud cuando lo necesiten.
Confían que podrán
tener una escuela pública de calidad que eduque a sus hijos.
Confían en
tener una vejez con subsidio de jubilación suficiente y amable.
Confían en
tener una alimentación y un medio ambiente saludables.
Confían en
unas buenas relaciones internacionales que les ofrezcan seguridad.
Confían en que
sus legítimos representantes podrán tomar autónomamente las decisiones más
adecuadas en su beneficio.
Confían en el
progreso y bienestar de sus comunidades.
En general
confían en el mañana, porque el mañana “es el hoy” todo es un absoluto
indiferenciado, Carpe diem!
Tengo una
pregunta que hacerles ¿Nos comportamos como los pavos?....
Bertrand
Rusell hubiera dicho que sí, que nos comportamos como aquel pavo confiado que
según pasan más días, más constatan y se convencen de que el día siguiente el
granjero les llevará el grano necesario e inducen día a día que así será el
siguiente sin que tengan que realizar ningún esfuerzo para conseguirlo. Inducen
esto y confiada y alegremente dirigen sus pasos y sus plumas hacia la puerta
del corral cuando la abre el granjero. Justo,
claro, hasta que llega el día de Navidad, ese día son sacrificados y terminan
así su periplo inductivo.
El paralelismo
con el funcionamiento de muchas personas en el día a día es ostensible. En la
vida cotidiana todos hacemos uso de la inducción y para algunos es la única
forma posible de razonamiento, deducen así reglas universales apoyándose en los
hechos próximos y cotidianos. Se rodean así de un pensamiento inductivo que les da una seguridad
psicológica, aunque esta seguridad no haya de ser necesariamente lógica.
Y eso pasa
hoy. Aun cuando algunos estén cuestionando científicamente que podamos seguir
manteniendo las mismas cuotas de bienestar, disfrutar de la misma armonía del
medio y de recursos infinitos, los mismos derechos dada la regresión social y
política existente, los mismos recursos económicos y capacidad adquisitiva a
pesar la crisis financiera, la misma capacidad para decidir sobre nuestros
asuntos a pesar las nuevas directivas de comercio internacional, etc…
Parece como si
la mayoría quisieran estar viviendo eternamente el sueño de los justos, aunque
este sea el sueño que en Cataluña se llama “el sony d’els beneits” en una
palabra de los pavos.
¡Despierta no
seas pavo, ni pava! Y mira como, ahora el filo de la cuchilla pende sobre
nuestras cabezas, observa anticipadamente lo que te espera y actúa en
consecuencia. Verás que para conservar el medio, la democracia y tu bienestar
necesitas movilizarte. ¡No seas pavo!
El dia 15 de
octubre únete en las calles a todas las personas que en Europa se manifiestan
para presionar a nuestros representantes para que se retiren de las
conversaciones sobre el CETA, (Tratado de “libre comercio” entre Europa y
Canadá) y que no se firme y no sea asumido por las instituciones de la UE ni Canadá.
En ello va nuestro futuro. Ya otras veces la ciudadanía movilizada ha acabado abortando presuntos tratados
análogos al actual, como en 1999 con el AMI (Acuerdo multilateral de
inversiones). Esta vez de nuevo podemos conseguirlo.
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