Francisco Morote – ATTAC Canarias
Sea cual sea el desenlace, a vida o muerte, de la lucha de Aminetu Haidar, habrá un antes y un después para la causa del pueblo saharaui. No sugiero que de la noche a la mañana y como por arte de magia se vaya a enmendar una injusticia histórica que dura ya casi 35 años, pero sí que la valiente y dolorosa decisión de Aminetu está rescatando del olvido interesado y culpable un problema al que la llamada ” comunidad internacional” más que no poder, no había querido dar solución. Aminetu ha desenterrado la cuestión del Sahara Occidental, del derecho del pueblo saharaui, en el exilio o bajo la opresión del gobierno marroquí, a ejercer su derecho inalienable a elegir, en referéndum de autodeterminación, su propio destino.
La historia da estas sorpresas. Cuando con la culpabilidad, la complicidad y la inoperancia de gobiernos como los de Marruecos, España, Francia, Estados Unidos o la misma ONU parecía que la causa saharaui estaba condenada a seguir languideciendo hasta desaparecer, un suceso inesperado, la práctica deportación de Aminetu Haidar desde el Sahara ocupado hasta Lanzarote, ha puesto de relieve la flagrante violación de los derechos humanos y del derecho internacional de los gobiernos marroquí y español en la persona de esta mujer admirable. Pero es que ella se ha convertido, la han convertido, sin posible alternativa para su sentido de la dignidad, en símbolo del derecho de todo un pueblo a una tierra y a una patria que les fue arrebatada dolosamente.
Tiene que haber un antes y un después del sacrificio que está afrontando con una entereza ejemplar Aminetu Haidar. La cuestión del Sahara Occidental no puede volver a ser enterrada en las gavetas de los despachos de la diplomacia internacional. La ONU y los países implicados directa o indirectamente en el problema, España, Francia y Estados Unidos tienen que ” convencer ” al gobierno marroquí de que antes o después tendrá que aceptar y reconocer la legalidad internacional. Marruecos no es dueño del Sahara Occidental, solo su administrador provisional y no puede seguir entorpeciendo indefinidamente la celebración de un referéndum que, aún dando lugar al nacimiento definitivo de un nuevo estado africano, a la larga será más beneficioso para él que mantener el yugo de su opresión sobre un pueblo que no está dispuesto a rendirse.
El mérito de la nación saharaui es incalculable. Tras una valerosa guerra de independencia que se prolongó hasta 1991 y ante la alevosa actitud del gobierno marroquí y sus cómplices internacionales, que dilataron sine die u ” olvidaron” la obligación de realizar un referéndum de autodeterminación, el pueblo saharahui no reaccionó apelando a un terrorismo ciego, sino que con inteligencia y determinación emprendió la lucha pacífica por su derecho a la libertad e independencia en los territorios ocupados.
Después de muchos días de huelga de hambre, la situación de Aminetu Haidar es muy delicada, pero en cierto sentido aún lo es más la de los gobiernos de Marruecos, España, Francia, Estados Unidas y la propia ONU que no pueden seguir predicando el respeto y la defensa de los derechos humanos y, al mismo tiempo, mirando hacia otro lado cuando se trata de ejemplos concretos como los de esta mujer y este pueblo.
La vida de Aminetu Haidar pende de un hilo, pero si el gobierno de Marruecos, tan calculador siempre, sabe lo que le conviene, no dejará morir a Aminetu Haidar, en este caso será para él el mal menor.
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