¡No es eso, Presidente Montilla! ¡Ante la crisis del capitalismo es urgente un giro a la izquierda, no a la derecha!
Los que suscribimos, personas que nos identificamos con la tradición de izquierda y progresista de Cataluña, mostramos nuestro rechazo y perplejidad por las declaraciones del Presidente de la Generalidad de Cataluña en el Círculo Financiero, delante de sectores empresariales, en gran parte responsables de la crisis que estamos sufriendo.
No sólo nos escandaliza que mientras se da dinero, y se compromete mucho más, a aquellos que han alcanzado desmesurados beneficios en los últimos años y que han demostrado su total ineptitud y falta de rigor en la gestión de los ahorros y de las inversiones, se pida a los ciudadanos del país que paguen las consecuencias de este desbarajuste.
La tradición progresista se ha caracterizado por la defensa de las conquistas sociales del llamado “Estado del Bienestar”, lo que significa aumentar las inversiones sociales e incentivar el consumo sostenible, que en primer lugar ha de ir dirigido a cubrir necesidades básicas como la educación, la sanidad y la vivienda. Eso aún es más importante en un contexto de depresión económica, en que la salida pasa por preservar los recursos productivos y, en primer lugar, las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras y del conjunto de la ciudadanía.
Pero el Presidente, en su intervención, opta por seguir poniendo la vida fácil a aquellos que han provocado la crisis y acumulado enormes beneficios (reduciendo los impuestos, ofreciendo más subvenciones) y cargando los costes sobre los trabajadores, a quienes se dice que deben trabajar más sin cobrar más. Y propone además renunciar a la estabilidad laboral y a los servicios sociales, para los cuales se propone que sean de pago. Y eso sucede poco después de romperse la negociación entre la Patronal y los dos grandes sindicatos, debido a la posición inflexible de una patronal que niega la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, que quiere un despido más fácil y barato, más flexibilidad y más desregulación laboral.
Por si fuera poco retrógrado este discurso, se llega a reabrir la puerta a la energía nuclear, cuando ya hace decenios que se ha demostrado su peligrosidad e inviabilidad económica. Eso implica abrir al grifo de las subvenciones a las grandes constructoras y compañías eléctricas, que saben que sin subvenciones nunca les sería rentable la inversión en energía nuclear. Esta opción, que ocupa poca gente y por poco tiempo, pasa por delante de otros modelos energéticos (eólico, solar) que tienen un crecimiento exponencial en todo el mundo (y muy particularmente en España) y que son parte de la solución a la crisis, dado que emplean mucha más mano de obra y reparten mejor la riqueza, al no poder concentrar su producción en tan pocas manos.
Sorprende que todo eso lo haga por parte del Presidente de un Gobierno elegido con un programa que se presentó como moderadamente progresista, síntesis de los proyectos de tres formaciones de izquierdas. Significativamente, se ha presentado al Círculo Financiero (y no al Parlamento), y es todo un programa de gobierno alternativo que en ningún caso coincide con lo que la mayoría de la ciudadanía decidió en las últimas elecciones.
Que el jefe de gobierno de la izquierda plural de Cataluña se erija en crítico neoliberal del gobierno monocolor de Madrid en estas cuestiones es ya el súmmum de la incoherencia, y sin duda refuerza posiciones de derecha y contribuye a alejar aún más a los ciudadanos de las instituciones, reduciendo su confianza en la utilidad de la política.
El hecho de que esta involución programática haya venido acompañada de una desmesurada actuación policial contra estudiantes disconformes con un proceso de reforma universitaria que suscita toda clase de desconfianzas ante su carácter mercantilista y maltusiano no hace sino añadir más preocupación por la actual gestión del Gobierno de Cataluña.
Por lo tanto, manifestamos nuestro total rechazo a este giro conservador y represor e invitamos a toda la sociedad, los sindicatos, los representantes institucionales electos y los partidos, a mostrar su repulsa y a constituir una corriente social que dé una salida progresista a la crisis, comenzando por evitar el desguace del precario estado del bienestar que nuestro pueblo con tantas dificultades ha conquistado.
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