sábado, 12 de septiembre de 2015

La deseada futura república catalana.






Hablar de República hoy es, para muchos, cambiar la monarquía parlamentaria por un gobierno presidido por un ciudadano o ciudadana electos, que ostentaría la presidencia de la República. Si bien, en puridad formal, hoy se llama repúblicas a los regímenes no monárquicos y formalmente democráticos, que así se denominan constitucionalmente. Hemos de recordar que, para que un país merezca ser llamado republicano, hace falta que su elenco cultural y político sufra a menudo una profunda transformación que le aproxime en cuanto a sus finalidades reales al bien común de todos, ciudadanos y ciudadanas.
Si nos sumergimos en la historia de la tradición republicana, tradición que ha dado lugar a la ideología política del republicanismo, nos hemos de remontar necesariamente a Platón, que aun no siendo proclive al gobierno de los más (entonces del partido de los pobres) ni de la democracia como sistema, sí que ha dejado una profunda huella en el pensamiento republicano y en algunos valores que a partir de la modernidad han asumido como modelos algunas repúblicas democráticas. Platón incorpora al pensamiento político griego y europeo posteriormente, el valor político fundamental de la “areté”, la virtud en la “civis”. Platón exije del gobernante sabiduría para entender la sociedad y para articular sus formas de gobierno, pero también virtud para ser ecuánime en el trato político, justo en las decisiones y normas de gobierno y honesto en su desempeño. Independientemente de que combata el sistema democrático de la Grecia de Pericles, Platón incorpora un hito, la virtud, a la vida política. Y este hito ya será un imponderable de la democracia moderna.
Es aquí donde hemos de preguntarnos por el valor del actual Procés hacia la República Catalana y de la virtud del bloque mayoritario que lo nutre y sus liderajes. Hemos visto, en la lista de Junts pel Sí, una intención de los ya “antiguos” líderes catalanes, que pretenden legitimarse mediante el liderazgo de este proceso ante el pueblo de Cataluña. Un pueblo que, según se entiende, libre de ninguna presión o engaño, de forma consciente y crítica proclamará ante las urnas a los governantes mejores para conducir el Proceso catalán hacia la independencia. En esta lista que parte en principio como una lista de la sociedad civil, se esconden en cuarto y quinto lugar los dos grandes jefes de la tribu catalana hoy, Artur Mas y Oriol Junqueras. Siendo que a Artur Mas, todos los pronósticos le dan como posible Presidente de Generalitat y que haría la transición a la proclamación de la República catalana.
¿Alguien piensa, al votar la lista de Junts pel Sí, o al apuntarse de promotor o compañero de viaje del actual Presidente de la Generalitat - que es adalid del partido político que tiene sedes embargadas, el deber de explicar el 3%, y que ha canalizado el principal descontento social en Cataluña desde la caída de la dictadura – que será el que llevará a cabo la transición hacia la República Catalana? ¿podrán los votantes y los compañeros de viaje hacia la República asumir que no votan virtud ni bien común, sino que simplemente sustituirán un monarca por un “capo” del terruño?
Otro de los puntos fuertes de la República ha sido tradicionalmente el de la estabilidad de la polis. Los valores de cohesión social y de estabilidad política y económica marcan necesariamente la acción republicana. Y aquí es donde hemos de preguntarnos sobre varios puntos necesariamente:  

¿Procura el actual proceso a la independència en Cataluña mayor cohesión social en España que la que había hasta ahora? ¿depende de los escenarios?
¿El proceso catalán hacia la independencia posibilitará una estabilidad política nacional catalana e internacional el día de después y fechas siguientes?
¿El proceso catalán proporcionará mayor solvencia y estabilidad económica en Cataluña?
Lo que sí va a proporcionar es una sociedad culturalmente más homogénea ¡qué duda cabe! Aunque no sé si eso puede convertir Cataluña en menos pluralista y cosmopolita, estaría por ver…  

Dejo estos interrogantes para que cada cual los aborde y se los responda. La estabilidad y la cohesión social son importantes ejes de cualquier comunidad política.
No pretendo centrar el debate en la legalidad y legitimidad sobre quién debe tomar decisiones en política y en este caso en el tema de la soberanía, si ha de ser la constitución con que nos hemos dotado todos  los españoles o la legitimidad democrática de la mayoría del pueblo catalán. En lo que sí voy a incidir aquí es en cómo se encara el proceso de desencuentro de Cataluña hacia España, sitas hoy en una misma comunidad política. Y en esto Kant, la Ilustración y el posterior republicanismo kantiano si nos dan pistas, que son las mismas pistas que siguen para abordar conflictos todos los mediadores nacionales o internacionales, la vía del dialogo.
Siempre ante cualquier conflicto que entraña el malestar de las partes, se ha de intentar una vía de dialogo antes de que se enquiste. Hay que tratar a nivel internacional, que parece es lo que se trata, de encontrar una solución negociada, antes que por supuesto cualquier declaración unilateral de independencia. Es cierto que el actual gobierno de España no lo pone tampoco fácil, pero en todo caso una decisión de esta trascendencia no debería ser tomada de forma atropellada. Y es muy posible que el panorama político en el Estado Español cambie en breve y pueda llevarse a cabo un proceso negociador y encontrar una solución que no suponga necesariamente el conflicto, sea la que sea.
Lo que muchos criticamos del proceso actual catalán es que:
1º.- Es un proceso de “boxeo” y sin ningún diálogo y en eso tienen exactamente la misma responsabilidad el gobierno de España, como el Gobierno de Cataluña, como las asociaciones de la sociedad civil y los medios de España y de Cataluña.
2º.- Es un proceso que está adquiriendo paulatinamente tintes de más nacionalista y banderil, en el que predomina el interés de la nación por encima de cualquier otro, incluso de la justicia ( corrupción intocable) y esto en los dos “bandos” con lo que los valores de ciudadanía crítica se evaporan ante el fuego de las pasiones comunitarias.
3º.- Es un proceso donde prima la propaganda por “ambos bandos”.
4º.- Es un proceso donde parte de la izquierda ha priorizado el objetivo nacional sobre cualquier otro en este momento (por los hechos de cada cual, está claro).
5º.- Si no se cambia la orientación del proceso, lo cual quiere decir que han de cambiar los dos malos gobiernos (de España y de Cataluña) que solo persiguen su permanencia y poder oligárquico, si no cambian estos dos gobiernos no habrá diálogo. Cada uno buscará réditos propios en este conflicto y la irracionalidad y pasiones no filtradas por la razón harán ( como en todo divorcio civil judicializado, conflictivo y con rancunias e incomprensiones mútuas) que las criaturas ciudadanas y personitas sean víctimas de este divorcio no dialogado, como en las peores familias. Solo queda una opción, que cambien los gobiernos en los dos sitios ( en uno solo no vale), que entren gobiernos limpios de suciedades varias y de peajes patrios y que se comience un diálogo sobre la relacción mutua con todas consecuencias, sometiendo, solo después del diálogo con juego limpio por ambas partes, las posiciones de salida a referendum.
Desde la política y la ciudadanía crítica hemos de buscar soluciones para los dos pueblos, no “declaraciones de guerra mutuas” de los mandamases. Detrás hay personas oprimidas y ninguneadas a cada orilla del Ebro. Hay quienes desde la sociedad civil proclamamos y pedimos hace tiempo diálogo, hay otros que piden ruptura ¡ya!, en las condiciones que sean. La diferencia entre una postura y otra es muy sencilla, si predomina la segunda predominará el sentimiento propio de unos frente al sentimiento propio ajeno, habrá enfrentamiento de dos sentimientos lícitos, pero no filtrados por la razón y reforzados por los poderes que ven en el conflicto una oportunidad de permanencia, de despistar con este conflicto de sus responsabilidades patrias y de catapulta electoralista en vísperas de los comicios.
Si viviera Hanna Arent tendría en el Proceso catalán un reto muy importante y sería enseñar a esos que hoy se proclaman abanderados de la República catalana, qué quiere decir en realidad eso de pensamiento republicano, del que seguramente se han olvidado, si es que alguna vez lo han conocido. Comunitarismo rancio, ineficaz, elitista, asfixiante y cerrado, tanto en España como en Cataluña, eso es lo que nos espera a esta marcha. ¡Y las izquierdas siguen sin enterarse de nada!
No pretendo cargarme la política en Cataluña, solo pretendo darle el giro necesario a los tiempos en aras de conseguir una mayor aproximación a la búsqueda del bien común y para ello propongo ensanchar la visión política en estos tiempos de crisis en España y en Cataluña, dirigir la mirada y la acción también hacia donde hoy se desarrollan las macropolíticas que nos afectan, hacia Europa y la comunidad internacional. Esta posición es muy opuesta a la que tiende a obviar la política internacional y a fragmentar la realidad política y retrotraerse, preferente y a veces exclusivamente, en los colectivos que pensamos controlamos, en los del nosotros étnico, pero que no tienen la posibilidad de efectuar unilateralmente el  autogobierno que desean, la comunidad política ha de establecer a nivel internacional diversos tipos de gobernanza y las escalas y la subsidiariedad en las decisiones son principios más que deseables políticamente. Por ello hemos de promover ciudadania crítica europea contra el actual establishment oligárquico-corporativo. 
Antonio Fuertes Esteban

Barcelona 12 de septiembre de 2015