viernes, 27 de febrero de 2009

El lucrativo negocio de la educación

http://elojodeltuerto.com/?p=2219

Educación de élite para las élites, pero eso sí, pasando por caja. Ésta es la educación que le gusta a la derecha. Y sobre las cámaras ocultas mostradas en este reportaje dentro de algún colegio “religioso”, mejor ni comentarlo: segregación económica, segregación étnica, segregación sexual, segregación religiosa… la fórmula perfecta para educar a los neocon y a los intolerantes del mañana. Y todo ello con el dinero de nuestros impuestos.




Por una educación pública y gratuita para tod@s.

Firma el manifiesto AQUÍ

jueves, 26 de febrero de 2009

David Harvey: El derecho a la vivienda y a la ciudad en el contexto de la crisis


Aquí podeis visualizar la intervención de David Harvey sobre el derecho a la vivienda y a la ciudad en el marco de la crisis: Un debate pendiente. Esta conferencia tuvo lugar en Barcelona el mes de octubre de 2008 en el marco de unas jornadas organizadas por el Observatorio DESC (Observatorio de los derechos económicos, sociales y culturales)

Las jornadas tenían como objetivo establecer un diálogo entre representantes políticos, organizaciones sociales y académicos para superar la gestión neoliberal de la vivienda y de la ciudad. Juntamente con david Harvey participaron JM Montaner, Jordi Borja, Merçè Tatcher, Carme Trilla, Íñigo Maguregui, Ricard Gomà, Gerardo Pisarello, Eva Fernàndez, Antoni Sorolla, Ada Colau, Sandro Medicci, Guillaume Six, i Albert Sancho.

En el documento adjunto encontrareis la transcripción de la charla.

Transcripció_David_Harvey.pdf
51.88 KB

martes, 24 de febrero de 2009

Minicumbre europea en Berlin: mucho ruido (mediático) y pocas nueces(decisiones concretas)




Juan Hernández Vigueras.

Publicado en el blog:

La Europa Opaca de las finanzas
http://www.laeuropaopacadelasfinanzas.com/


“Europa quiere que el G-20 ponga coto a los paraísos fiscales” “La UE pedirá la regulación de todos los productos financieros”Eran los titulares del lunes 23 febrero 2009 en primera página de un periódico, antes independiente por la mañana y ahora, global. Los demás decían casi lo mismo y con el mismo escaso fundamento.Ejemplos de desinformación interesada, mero eco de los comunicados de prensa y “charletas” de los portavoces de la campaña mediática de unos gobiernos que siguen sin querer abordar en serio la reforma de un sistema financiero global en crisis y apoyado en la opacidad de la banca en la sombra.

Primera falsedad: En la reunión del domingo 22 febrero 2008 en Berlín, preparatoria de la reunión del G-20 en Londres, a la que se refería la información amparada por esos titulares, no asistió Europa ni siquiera la Unión Europea sino solamente siete países europeos (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España, Holanda y la República Checa por su presidencia euro escéptica). Los socios restantes no saben y ya veremos que contestan.

Segunda falsedad: En la prensa internacional no aparece ningún documento que acredite tal acuerdo explícito contra los paraísos fiscales ni menos que la Unión Europea haya pedido una regulación de todos los productos financieros. ¿A quien tiene que pedírsela cuando podría hacerla por si misma?

Tercera falsedad: Los supuestos acuerdos para suprimir los paraísos fiscales.¡Ojalá hubieran acordado todo eso!

¿Está de acuerdo Berlusconi que ha llegado a Presidente del Gobierno italiano, gracias al secretismo de los paraísos fiscales, como cuento en La Europa opaca de las finanzas. Y sus paraísos fiscales offshore?

¿Está de acuerdo Brown en suprimir los centros offshore británicos, quien como Ministro de hacienda del gobierno Blair fue incapaz de aplicar a Jersey y a las islas del Canal las recomendaciones de transparencia del Informe Edwards?

¿Está de acuerdo Merkel que no ha pedido la expulsión de Liechtenstein del Espacio Económico Europeo que le asocia a la UE, a pesar del amparo que presta a la evasión fiscal en Alemania y en Europa, como demostró el famoso DVD adquirido ilegalmente por su gobierno hace menos de un año?

¿La Comisión europea acepta ahora regular los fondos de alto riesgo o hedge funds, cuando lleva dos años oponiéndose a su regulación como le ha pedido el Parlamento europeo?

¿Por qué no explican el incumplimiento en la aplicación de la tercera directiva antiblanqueo dirigida contra los paraísos fiscales porque casi nadie ha traslado a sus legislaciones antes de terminar 2007, como estaba previsto?

¿Por que los gobiernos europeos, incluido el gobierno Zapatero, ayudan con dinero público y avalan a los bancos, sin exigirles que supriman sus filiales en notorios paraísos fiscales donde no tienen negocio bancario local?

Con Obama muy ocupado en los propios problemas económicos e intereses imperiales de EEUU, podemos anticipar ya los decepcionantes resultados de la próxima cumbre del G-20 en Londres, entre otras razones, porque ningún gobierno europeo parece capaz de adoptar medidas de control sobre la banca y las finanzas para superar la crisis del sistema bancario.

Por eso, entre tanto, ¡tenemos política de ruido mediático para distraer al personal agobiado por la crisis de sus bolsillos!.-

domingo, 22 de febrero de 2009

La trampa de la deuda

Desde sus primeros tiempos la Banca ha ostentado el poder económico disponiendo del dinero de los contribuyentes y ejerciendo su función intermediadora entre el ahorro y la inversión y consumo. Pero desde que Meyer Rothschild, fundador de la dinastía Rothschlid dijo en el S. XVIII "Denme el control del dinero y ya no importará quién haga las leyes", hasta el momento presente, muchas cosas han cambiado en las instituciones financieras. El funcionamiento bancario ha ido estableciendo muchas y muy variadas formas de poder, la más importante y que más se ha consolidado en el mundo consumista desarrollado en los últimos tiempos ha sido la de crear dinero y activos financieros a cuenta de la deuda hipotecaria que ha sido contraida, pero que no ha sido saldada. Sobre este sistema de dinero y activos por deuda, acompañado de una falta de regulación y control absoluta, se ha desarrollado exponencialmente un modelo de crecimiento insostenible e irreal. Ahora cuando la burbuja se ha pinchado tendría que ser la hora de recapitular, buscar responsables y suprimir las malas prácticas, pero....

Os remito a dos documentos que anexo a continuación. Uno es un esclarecedor artículo "Una década con Bernie" de Paul Krugman publicado recientemente en The New York Times y transcrito en el suplemento Negocios del diario El País, y para el que tenga interés en profundizar en como se ha ido estableciendo la trampa de la deuda os recomiendo el vídeo explicativo "El dinero es deuda" de 47 minutos de duración y situado al final del artículo de Krugman, seguro que será un tiempo no perdido.
Una década con Bernie
Paul Krugman




A estas alturas, todo el mundo conoce la triste historia de los inversores a los que engañó Bernard Madoff. Miraban sus extractos de cuenta y pensaban que eran muy ricos. Pero entonces, un día, descubrieron con horror que su supuesta riqueza era un producto de la imaginación de otra persona. Desgraciadamente, ésa es una metáfora bastante buena de lo que le ha sucedido a Estados Unidos en su conjunto durante la primera década del siglo XXI.
La semana pasada, la Reserva Federal publicaba los resultados del último Sondeo sobre Finanzas de los Consumidores, un informe trienal sobre los activos y las deudas de las familias estadounidenses. La conclusión es que básicamente no se ha creado ninguna riqueza desde el comienzo del nuevo milenio: el valor neto de la familia estadounidense media, ajustado a la inflación, es ahora menor que en 2001.

En cierta forma, esto no debería sorprendernos. Durante la mayor parte de la última década, Estados Unidos ha sido un país de personas con préstamos y gastos, no de ahorradores. La tasa de ahorro por persona ha caído desde el 9% de finales de los años ochenta hasta el 5% en los noventa y hasta sólo el 0,6% entre 2005 y 2007, y la deuda familiar ha crecido mucho más deprisa que los ingresos por persona. ¿Por qué íbamos a esperar que nuestro valor neto hubiese aumentado?

Aun así, hasta hace muy poco, los estadounidenses creían que se estaban haciendo más ricos porque recibían extractos bancarios que decían que sus casas y carteras de acciones estaban revalorizándose más deprisa de lo que aumentaban sus deudas. Y si la creencia de muchos estadounidenses de que podían contar con las plusvalías para siempre parece ingenua, vale la pena recordar la cantidad de voces influyentes -especialmente en publicaciones de derechas como The Wall Street Journal, Forbes y National Review- que fomentaban esa creencia y ridiculizaban a aquellos que se preocupaban por el escaso ahorro y el exceso de deudas.

Entonces la realidad se impuso y resultó que quienes se preocupaban habían estado en lo cierto todo el tiempo. El aumento del valor de los activos había sido una ilusión, pero el aumento de la deuda había sido muy real.

Así que ahora tenemos problemas; problemas más profundos, pienso yo, de lo que la mayoría de la gente cree incluso ahora. Y no me estoy refiriendo únicamente al menguante grupo de pronosticadores que siguen insistiendo en que la economía se va a recuperar cualquier día de éstos.

Porque éste es un lío que tiene unas bases muy amplias. Todo el mundo habla de los problemas de los bancos, que sin duda están en una situación aún peor que la del resto del sistema. Pero los bancos no son los únicos que tienen demasiadas deudas y demasiados pocos activos; la misma descripción es válida para el sector privado en su conjunto.

Y como señalaba en los años treinta el gran economista estadounidense Irving Fisher, las cosas que la gente y las empresas hacen cuando se dan cuenta de que tienen demasiadas deudas tienden a ser contraproducentes si todo el mundo las hace al mismo tiempo. Los intentos de vender activos y liquidar deudas hacen que la caída de los precios sea todavía más pronunciada, lo cual reduce todavía más el valor neto. Los intentos de ahorrar más se traducen en un parón de la demanda del consumidor, lo que a su vez intensifica el desplome económico.

¿Están los políticos preparados para hacer lo que haga falta para salir de este círculo vicioso? En principio, sí. Los representantes gubernamentales comprenden el problema: necesitamos "frenar lo que constituye una espiral muy perjudicial y posiblemente deflacionaria", ha dicho Lawrence Summers, asesor económico principal de Obama.

En la práctica, sin embargo, las medidas que se proponen actualmente no parecen estar a la altura del reto. El plan de estímulo fiscal, aunque sin duda será de ayuda, probablemente no hará más que mitigar los efectos económicos colaterales del fenómeno deflación-deuda. Y el tan esperado anuncio del plan de rescate de los bancos ha dejado a todo el mundo más confuso que tranquilo.

Existe la esperanza de que el rescate de los bancos termine por convertirse en algo más potente. Ha sido interesante contemplar cómo la posibilidad de una nacionalización temporal de los bancos pasaba de tener una aceptación marginal a otra mayoritaria, hasta el punto de que republicanos como el senador Lindsey Graham han admitido que podría ser necesaria. Pero, incluso si finalmente hacemos lo que sea necesario en el frente bancario, eso sólo resolvería una parte del problema.
Si quieren ver lo que realmente cuesta sacar a la economía de la trampa de la deuda, fíjense en el enorme proyecto de obras públicas, también conocido como II Guerra Mundial, que puso fin a la Gran Depresión. La guerra no sólo condujo al pleno empleo, también produjo un rápido aumento de los ingresos y una inflación considerable, todo ello sin que el sector privado solicitara prácticamente ningún crédito. Hacia 1945, la deuda del Gobierno se había disparado, pero el porcentaje de la deuda del sector privado respecto al PIB era sólo la mitad de lo que había sido en 1940. Y este bajo nivel de deuda privada contribuyó a que se dieran las condiciones propicias para la gran expansión de la posguerra.

Puesto que no hay nada parecido a eso sobre el tapete, ni parece probable que vaya a haberlo en un futuro próximo, las familias y empresas tardarán años en liquidar las deudas que tan alegremente contrajeron. Lo más probable es que el legado de nuestra época de ilusión -nuestra década con Bernie- sea una larga y dolorosa depresión. .
Traducción de News Clips.
2009 New York Times Service.

Vídeo "El dinero es deuda"
Muy recomendable

sábado, 21 de febrero de 2009

Nacionalizaciones



Juan Torres López - Consejo Científico de ATTAC España



“La nacionalización es la única respuesta. Estos Bancos están, efectivamente, en bancarrota”. Son palabras del Premio Nobel Joseph Stiglitz. El periodista le pregunta: “Los economistas Nouriel Roubini y Nassim Taleb, quienes predijeron el descenso de la economía global, han hecho un llamado para la nacionalización de los Bancos a fin de detener la debacle económica, ¿Está usted de acuerdo?”. Y la contestación de Stiglitz no deja lugar a dudas: “Lo cierto es que los Bancos están en muy mala situación. El Gobierno de EEUU ha vertido cientos de miles de millones de dólares con muy pocos resultados. Los ciudadanos norteamericanos se han convertido en propietarios mayoritarios de un gran número de Bancos importantes. Pero no tienen el control. Cualquier sistema que tenga una separación de la propiedad y el control es una receta para el desastre. La única respuesta es la nacionalización. Esos Bancos ciertamente están en bancarrota”.


Las Autoridades no lo quieren decir pero lo que ocurre es eso: los Bancos están en bancarrota y tratan de salir a hurtadillas de la situación con el dinero de los ciudadanos. Primero se fueron al casino con sus ahorros y ahora acuden a ellos para que le financien la fiesta.


Vivimos no sólo la mayor debacle financiera de la historia sino también la desvergüenza económica más increíble: nunca en la historia tan pocos pretendieron quedarse, como ahora, con el dinero de tantos.


Los Gobiernos y los Bancos centrales no paran de ayudar a los Bancos con la excusa de que el sistema bancario es imprescindible para que la economía funciones pero los Bancos que las reciben no las usan para ejercer como financiadores de la actividad económica porque su agujero es mucho más que inmenso.


¿Siguen siendo, pues, imprescindibles “estos” Bancos? Por supuesto que no. Lo es el sistema financiero para cualquier economía pero los bancos dedicados a la especulación y a financiar el casino global son perfecta y deseablemente prescindibles. Lo que sí hay que hacer es salvar la financiación de la economía pero no al sistema financiero corrupto y a la Banca irresponsable que ha hundido a la economía mundial que lo que hace es justamente lo contrario, que se paralice la actividad económica.


¿Pero cómo hacerlo? Stiglitz viene a decir con razón que los Bancos están ya nacionalizados de facto pero que el control sigue estando en manos de los irresponsables: un doble escándalo al que se debe poner fin y que no puede confundirse con lo que debiera ser la intervención adecuada de los Estados.


La cuestión es compleja porque, por un lado, la nacionalización seguramente va a ser inevitable a medida que al agujero se vaya abriendo, como es de esperar que suceda. Pero, por otro, la mera nacionalización tampoco es una alternativa que resuelva todo por sí misma mientras no se modifiquen algunas cuestiones esenciales.


La primera de ellas, el modo de funcionamiento de la inversión financiera que se ha instituido en los últimos años contando, no lo olvidemos, con el visto bueno de gobiernos, bancos centrales y organismos internacionales.


Si se quiere acabar con el cáncer que corroe a la economía mundial hay que terminar para siempre con la especulación financiera que detrae recursos de la actividad económica que crea riqueza y puestos de trabajo. Hay que poner fin a los paraísos fiscales, controlar los movimientos de capital y establecer impuestos sobre las operaciones que no estén vinculadas con la economía real.


La segunda, el régimen en que se viene dando la actividad bancaria basada en una capacidad prácticamente ilimitada para crear dinero a través de procedimientos que son peligrosísimos para la estabilidad macroeconómica y para la propia solvencia del sistema financiero, tal y como estamos viendo. Hay que ir restringiéndola hasta llegar a un sistema de plenas reservas. Le guste o no a los banqueros, esta crisis será el principio del fin de la banca que hemos conocido hasta ahora. No hay más remedio y el tiempo lo dirá.


La tercera cuestión a la que hay que hacer frente es al desgobierno mundial, o mejor dicho, al gobierno ejercido solamente por los poderes financieros. Es preciso crear instituciones mundiales representativas y democráticas para que los mecanismos nacionales se coordinen y la financiación fluya de modo eficiente. Las actuaciones que hoy día se lleven a cabo a nivel nacional, salvo en el caso de Estados Unidos y en menor medida la Unión Europea que pueden externalizar sus costes, están condenadas al fracaso si no se dispone de esa coordinación global. Y, por supuesto, hay que cambiar la orientación de las políticas económicas que han traído consigo una desigualdad creciente que está en la raíz de los problemas financieros de nuestros días.


Se está ocultando obcecadamente que la causa última de la crisis es la acumulación extraordinaria de beneficios en manos de los grupos sociales más ricos que se produce lógicamente a costa de las rentas más bajas. El ex Secretario de Trabajo de Clinton, Robert Reich, lo recordaba hace unos días en un artículo: la fracción del crecimiento de las rentas que se apropia el 1% más rico pasó de ser el 45% en la etapa de Clinton al 73% en la de Bush. Y al mismo tiempo señalaba que no podía ser una simple casualidad que esta concentración haya llegado a ser tan grande como la que había en 1928.


Para combatir de raíz la crisis es necesario incrementar la capacidad potencial de crecimiento sostenible, lo que no debe entenderse como el aumento de la producción de “males” que hoy día predomina sino en el sentido de ampliar la gama de fuentes de satisfacción humana, una idea, por tanto, que no sólo no es incompatible con las tesis del decrecimiento sino que las refuerza aunque se exprese de otro modo. Para lo cual resulta imprescindible que se asuma un cambio radical en la pauta de distribución y que se acepten principios de equidad que hoy día rechazan los poderosos y que son radicalmente incompatibles con las rebajas fiscales o la eliminación de impuestos que se vienen realizando.


En consecuencia, nacionalizar los Bancos manteniendo la misma lógica financiera hasta ahora existente no resolverá muchas cosas porque ni siquiera así se garantiza que los Bancos nacionalizados puedan actuar a medio plazo en un sentido diferente a como lo hacen ahora. Ya lo hemos visto claramente en el caso de las cajas de ahorros españolas. Se trata, ciertamente, de una medida de urgencia, que evitará nuevos desmanes a corto plazo y que al menos garantiza que los ciudadanos sean dueños de aquello que efectivamente se capitaliza con sus recursos. Pero no mucho más, aunque no sea poco. Lo que se necesita no es sólo pasar la porquería bancaria a manos del estado, ni crear el “Banco malo” del que se habla (una idea sencillamente utópica cuando se está estimando que sólo en la Unión Europea se pueden haber acumulado 18 billones de euros en productos financieros tóxicos). Lo que se necesita es un espacio financiero de nuevo tipo, con una Banca, que puede ser incluso pública o privada pero comprometida realmente con la inversión real y con la puesta en marcha de otro tipo de políticas económicas y, sobre todo, con un control social mucho más democrático y efectivo que el que hasta ahora se ha realizado incluso en el propio sector público.


Respecto a España, es pronto para saber si a corto plazo habrá algunos Bancos en la misma situación que los de los demás países con bancarrota bancaria. La situación de alguna caja de ahorros ya ha obligado a iniciar un proceso de fusión acelerado y acabamos de asistir al primer “corralito” protagonizado por la banca privada del Banco de Santander.


Dada la morosidad que se va incrementando, la deuda inmobiliaria que pesa sobre muchos de ellos y los efectos de la crisis global que aún no se han manifestado en toda su extensión no se puede descartar nada. Pero en el caso de las cajas de ahorro se estaría a tiempo de modificar la deriva en la que han ido en los últimos años. Deberían pasar a ser la base de ese nuevo espacio o polo financiero de nuevo tipo y cuanto más se tarde en cambiar de rumbo más difícil será llegar a buen puerto.




Artículo publicado en Sistema Digital.

http://www.juantorreslopez.com/

jueves, 19 de febrero de 2009

La conflictividad social que vuelve


María José Fariñas - Comité de Apoyo de ATTAC España



Durante los años en que el capitalismo neoliberal estuvo en auge se transmitió la idea de que el concepto de “clase social” había perdido ya su significado político y, por lo tanto, su capacidad de movilización social y de reglamentación jurídica.

Este argumento se basaba en la pérdida de la centralidad social que el trabajo y los derechos a él asociados habían tenido en la anterior fase del capitalismo productivo como medio de estructuración social. Esto condujo, por una parte, a un proceso de fragmentación, desarticulación y pérdida de la conciencia ideológica de la clase trabajadora y, por otra, a la ruptura del sistema institucional de las relaciones sociales de producción.

Nada más lejos de la realidad. La actual crisis del capitalismo financiero está desmintiendo todos estos argumentos. El proceso de la globalización del capitalismo neoliberal que hemos vivido en las tres últimas décadas, lejos de consolidar una pretendida “sociedad de propietarios libres”, ha ido incrementando hasta límites insoportables la desigualdad social, el empobrecimiento económico, social y cultural, la precariedad laboral, la reducción salarial, los despidos masivos y, en definitiva, el descontento social y la insatisfacción económica de las clases bajas, pero también y cada vez en mayor medida de las clases medias asalariadas.

En este contexto y a pesar o, incluso, en contra de las medidas adoptadas por los gobiernos europeos para paliar los efectos de la crisis, esta puede desencadenar una importante ola de conflictividad social que encuentra un caldo de cultivo apropiado, más allá de las tradicionales reivindicaciones sindicales, en los olvidados o los perdedores de la globalización económica y financiera que, aunque tengan un carácter difuso, son muchos frente a las élites ganadoras.

Lo estamos viendo ya en las movilizaciones sociales, las protestas, las huelgas o las revueltas antisistema que se están produciendo en algunos países europeos (y que previsiblemente se extenderán a otros durante los próximos meses) como Grecia, con fuertes disturbios sociales de carácter libertario; Francia, que ha vivido la primera huelga general de los asalariados y parados frente la crisis global del capitalismo; Gran Bretaña, aunque en este caso con un peligroso sesgo de “nacionalismo económico” que se traduce en rechazo a los trabajadores de otros países de la Unión Europea, o los antiguos países del Este, como Bulgaria, Hungría, Letonia y Lituania, donde ha habido fuertes protestas contra la situación social y económica que sufren sus habitantes, protestas que pueden amenazar la estabilidad política de sus gobiernos.

Los ciudadanos de clases bajas y medias, profesionales asalariados, de los países europeos llevan varios años sometidos a diferentes procesos de exclusión social. No es de extrañar que, ahora, con la explosión de la crisis en todas sus dimensiones y con la ola despidos masivos, sientan la necesidad de expresar su malestar por los agravios a los que se ven sometidos en un contexto que frustra cada vez más sus expectativas. Se empieza hablar, incluso, del renacer de la “lucha de clases”.

Asistimos a una mezcla de insatisfacción y temor ante una perspectiva social, laboral, económica, energética y climática cada vez más insegura, y de frustración de las legítimas ambiciones de ascenso social de la población. Esta mezcla no solo se manifiesta en un nuevo tipo de conflictividad social difusa en manos de nuevos movimientos sociales y obreros de base libertaria -junto con los sindicatos clásicos y partidos de izquierda o extrema izquierda que están resurgiendo en algunos países-, sino también en un nuevo tipo de regresión identitaria que pueden ser más fuerte que la vivida en los últimos años o, incluso, en otro tipo de regresiones sociales como el nacionalismo político y económico o la xenofobia institucional.

El riesgo último está en el peligro de ruptura de la cohesión social y de los vínculos de la integración de consecuencias hasta ahora imprevisibles. Por ello, la solución no está únicamente en más regulación, ni siquiera en preservar los logros de un Estado del bienestar que solo existe en algunos países europeos, sino también en buscar alternativas, en reformas profundas del actual modelo económico y social.

No se trata tampoco de que el Estado acuda al rescate, como defiende el liberalismo, lo cual no supone ningún triunfo de la tesis socialdemócrata, como dicen algunos, ya que a lo largo de la historia siempre el Estado ha respaldado y rescatado, cuando ha sido preciso, al sistema económico: no en balde fue el liberalismo económico y político el que fundó el Estado moderno como un “Estado de propietarios libres”, tal y como lo teorizó John Locke.

El retorno de la conflictividad social en los países europeos puede ayudar a constatar una realidad que es preciso cambiar. Ahora que agoniza el neoliberalismo, tenemos el deber ético de transformar el sistema que nos ha conducido al colapso actual.



Artículo publicado en El Periódico de Catalunya.

martes, 17 de febrero de 2009

Denise Robert, finalista del Premio a la libertad de prensa en España


En el momento en el que la justicia francesa envía a Denis Robert a los tribunalesl los periodistas españoles lo proponen para el premio a la libertad de la prensa.

¡ Al menos una buena razón para regocijarse!

El SÁBADO, 14 DE FEBRERO DE 2009
España Premio a la libertad de prensa.

Roberto Saviano (para Gomorra), Denis Robert (asunto clearstream), José Cendon son finalistas
Es la historia de un divorcio permanente. Entre los ciudadanos y la política.
Entre la economía y la política. Entre periodistas y poderes ilegítimos. Curiosa época en la que preguntarse sobre lo que verdaderamente dirige el mundo (los bancos, las mafias, los paraísos fiscales y un mínimo la política) vuelve a poner su existencia en peligro o por lo menos, vuelve a correr peligro de verse privado de medios de subsistencia, hasta en democracia.

Este año, y por quinto año consecutivo, los periodistas españoles otorgan su premio a la Libertad de prensa. El acto es organizado por el Colexio Professional Xornal de Galicia, en colaboración con Press Club Ferrol y Caixanova

Entre los candidatos finalistas, encontramos:

Rosa María Calaf (corresponsal de prensa), José Cendon (fotógrafo de prensa que acaba de ser secuestrado recientemente en somalia), Denis Robert (por su trabajo sobre el poder económico), Roberto Saviano (buscado por la mafia para su libro " Gomorra "), así como Euskal Telebista.


Fuente en línea:
http://elprogreso.galiciae.com/nova/25204.htmlhttp://www.prnoticias.es/content/view/10027710/227/


He aquí el vínculo, en francés, de la asociación de periodistas que organiza el trofeo.
http://www.xornalistas.com/francais/apartado.php?id=0&lg=gal

http://lesoutien.blogspot.com/

domingo, 8 de febrero de 2009

Conformismo social y bancarrota del Estado



José Manuel Naredo - Comité de Apoyo de ATTAC España

El conformismo social generado durante la larga etapa de auge económico dificulta ahora la emergencia de alternativas y de reformas al actual capitalismo financiero-inmobiliario que se tambalea con la crisis.

Paradójicamente, cuando asistimos a la mayor crisis del sistema capitalista que se ha producido desde la Segunda Guerra Mundial, en los países de capitalismo maduro se encuentra bajo mínimos la voluntad de proponer alternativas al sistema. La protesta más radical emerge en países que habían votado a gobiernos de derechas, como es el caso de Francia o Grecia, mientras que Reino Unido y España, que habían votado socialista, muestran una mayor pasividad. Como los gobiernos socialistas ya no tratan de conseguir el socialismo, sino de suplantar a la derecha como gestores del capitalismo, son una bendición para los oligarcas del sistema a la hora de desactivar la protesta y de asegurar la paz social en momentos de crisis.

La alternancia política bipartidista suele resultar funcional para el mantenimiento del statu quo cuando la socialdemocracia light se encarga de gestionar las crisis, y no es raro que así ocurra, como ejemplifica en Estados Unidos el triunfo del demócrata Obama para capear el temporal de la crisis, tras los reiterados gobiernos del ultra-conservador Bush en momentos de auge.

Este bipartidismo trata de ningunear la existencia de una izquierda más radical en el panorama político y de un movimiento ecologista que generalmente reniega de la política partidista. Con lo cual, la protesta ejercida por estos movimientos alternativos tiende a diluirse sin que llegue a plasmarse en propuestas alternativas ampliamente consensuadas tocantes a aspectos tan claves como la configuración y regulación del sistema financiero internacional.

¿Podrán ganar peso político estos movimientos en un futuro próximo? Algo se mueve en este sentido. Por una parte, surgen escisiones en el seno de la socialdemocracia, como la de Lafontaine en Alemania, que tratan de articular un discurso con posiciones transformadoras y éticas más marcadas. Por otra, la fundación en Francia de un Nuevo Partido Anticapitalista con vocación trasnacional refleja el afán de superar los sectarismos y dogmatismos que a menudo han caracterizado a la izquierda radical, proponiendo un amplio frente de oposición al sistema que acoja, incluso, a corrientes ecologistas y anarquistas poco proclives a participar en los teatros habituales de la política. Estos ejemplos apuntan a evitar el divorcio que se observa entre los movimientos de protesta y la mediación política, hasta ahora monopolizada por los grandes partidos, que permanecen firmemente anclados a la ideología dominante.

El conformismo social cierra, también, la puerta a las reformas que demanda la estabilidad del propio sistema capitalista. El popurrí de medidas “urgentes” que se han venido adoptando sobre la marcha para “salir de la crisis” apuntan más a perpetuar el statu quo financiero-inmobiliario que la había originado que a reformarlo, lastrando así dicha “salida”. Porque no es la búsqueda de instrumentos idóneos la que marca la orientación del grueso de las medidas adoptadas, sino las presiones del neocaciquismo imperante, que sugieren ahora paliar la insolvencia de las empresas privadas con recursos públicos. Con lo cual -salvo que las presiones sociales y/o la autonomía de algunos gobiernos lo impidan- la insolvencia privada se acabará transmutando en bancarrota del Estado.

Artículo publicado en el diario Público

martes, 3 de febrero de 2009

La nueva 'realpolitik' es cosmopolita




Es necesario que la humanidad sobreviva al siglo XXI sin volver a caer en la barbarie. Para eso hay que liberarse de los corsés del Estado nación y establecer los "grilletes de oro" de alianzas transnacionales

ULRICH BECK 03/02/2009
Fuente: El País

Para que una crítica realista de las relaciones de poder pueda derivarse del concepto de cosmopolitismo, que pertenece a la tradición filosófico-política de la civilización occidental como muy tarde desde Kant, éste primero tiene que ser aclarado. Con "cosmopolita" no me refiero al concepto idealista y elitista que sirve de punta de lanza ideológica a las pretensiones de las élites y organizaciones transnacionales. Lo que está en el aire es algo totalmente distinto.

A comienzos del tercer milenio, la máxima de la realpolitik nacional, según la cual los intereses nacionales tienen que perseguirse nacionalmente, debe ser sustituida por la máxima de la realpolitik cosmopolita: cuanto más cosmopolita sea nuestra política, más nacional y exitosa será. Y cuanto más nacional sea, más condenada al fracaso estará.

Si esta crisis económica tan amenazadora no existiese, tendría que inventarse para que la canciller alemana, Angela Merkel, y su ministro de Finanzas, Peer Steinbrück, aprendieran al fin lo que sus colegas en Londres, París y Madrid, pero también el equipo del estadounidense Obama, han adoptado como consigna: quien elige el camino del nacionalismo económico actúa antipatrióticamente; se perjudica en principio a sí mismo pero al final también perjudica a todos los demás. Ésta es la dolorosa lección que aprendimos de la Gran Depresión y de la consiguiente Segunda Guerra Mundial. Así que quien crea, como la canciller alemana, que para proteger la economía alemana y los puestos de trabajo en Alemania hay que escoger entre la soberanía nacional y la ampliación política de la Unión Europea en cuestiones de mercado económico y de trabajo, no sólo establece una falsa alternativa, sino que comete, como enseña la historia de la Gran Depresión, un grave error.

En esta época de crisis y de riesgos globales sólo funciona la política de "los grilletes de oro": la creación de una densa red de alianzas y mutuas dependencias transnacionales para recuperar la soberanía nacional post-nacional y la prosperidad económica. Sólo cuando a Europa le va bien, también le va bien a Alemania. Sólo cuando al mundo le va bien, puede el primer exportador mundial que es Alemania vender sus productos. No hay ningún otro país en el que, si lo pensamos honestamente, el realismo cosmopolita coincida tan claramente con los propios intereses nacionales bien entendidos. Sencillamente no entiendo por qué esto es tan difícil de concebir. ¿Por qué, por ejemplo, la repentina liquidación, objeto de burla de todas las ideologías, de cualquier respuesta europea a la crisis económica mundial no despierta justamente en Alemania las ganas de criticar y el gusto por la ironía de los comentaristas políticos? ¿Dónde está la voz de los europeos alemanes en este momento tan decisivo?

Atravesamos la situación que Nietzsche predijo hace más de 100 años: vivimos en la edad de la comparación. Corrientes culturales contrapuestas confluyen en un mismo espacio y se mezclan, las más de las veces de manera conflictiva. El doble lenguaje, eso es, la capacidad de deshacerse de las ataduras de lo familiar; la ubicuidad de la existencia; la capacidad de interactuar más allá de las fronteras; todo esto crea una compleja maraña de lealtades fragmentadas, sin que éstas se revelen como identidades vividas espontáneamente. Sentar raíces y tener alas; unir lo provinciano con la riqueza de vivencias de una ciudadanía cosmopolita experimentada y particular; éste podría ser el denominador común civilizatorio de sociedades culturalmente heterogéneas, que serviría así para responder a la insistente pregunta elemental que todos nos hacemos: ¿qué orden requiere el mundo?

Semejante reconocimiento de la diferencia, que no hay que confundir con el multiculturalismo recetado por los Estados nacionales, abre un espacio de posibilidades multidimensional, que, sin embargo, no carece de contradicciones internas. No se trata sólo de superar los abismos entre ricos y pobres, entre norte y sur, entre los nichos de bienestar social y la depauperación. Hay más. Tampoco se trata sólo de la posibilidad o imposibilidad de un mini Estado social a escala global, un "keysenianismo globalizado", aunque éste siga limitándose a las necesidades elementales. Se trata de mucho más. El realismo cosmopolita tiene que ver con la apertura por abajo y por dentro de las instituciones de base de los Estados nacionales para los desafíos de la época global, y en cómo se lleva a cabo este proceso. Tiene que ver con el trato que reciben las minorías, los extranjeros, los marginados. Con el problema que plantean los derechos humanos de los distintos grupos tanto en la consolidación como en la reforma de la democracia en el espacio transnacional. Y, sobre todo, con la cuestión de cómo pueden evitarse los estallidos de violencia que surgen de las decepciones y la degradación de las personas.

El realismo cosmopolita une así el respeto por la dignidad de la diferencia cultural con el interés por la supervivencia de cada individuo. La realpolitik cosmopolita, entendida de ese modo, es la siguiente gran idea que cabe ensayar tras las ideas históricamente desgastadas del nacionalismo, el comunismo, el socialismo y el neoliberalismo. Podría hacer posible lo improbable: que la humanidad sobreviva al siglo XXI sin recaer en la barbarie.

En este contexto, el problema principal de las ciencias sociales es que plantean las preguntas equivocadas. Las preguntas directrices de las teorías sociales están la mayoría de ellas orientadas a la estabilidad y a la configuración del orden, y no a lo que estamos experimentando y, por lo tanto, debemos comprender: un cambio epocal y discontinuo de la sociedad en la modernidad.

Llamar retrospectivamente primera modernidad a la totalidad del mundo de las ideas sobre la economía, la sociedad y la política fundadas con el Estado nación, y separarla de una todavía desdibujada segunda modernidad -que se define por las crisis económicas y ecológicas globales, las cada vez más agudas desigualdades, la individualización, el frágil trabajo retribuido y precisamente los desafíos de la globalización cultural, política y militar-, sirve para el objetivo de superar el "reflejo proteccionista", que paraliza intelectual y políticamente a Europa tras el desmoronamiento del orden mundial bipolar.

Habría que descifrar cómo se transforman las supuestamente tan estables ideas directrices y coordenadas del cambio, a la vez que las bases y conceptos fundamentales del poder y la dominación, la legitimación y la violencia, la economía, el Estado y la política. Hasta ahora ha sido válida la idea de que los poderosos crearon la globalización para ir en contra de los pobres. No se han impulsado interacciones entre distintas sociedades y religiones que abarquen a la totalidad de las culturas, sino que se ha impuesto una en particular en contra de las demás. El imaginario cosmopolita representa el interés universal de la humanidad en sí mismo. Es el intento de repensar la interdependencia y la reciprocidad más allá de los axiomas y la arrogancia nacionales, y concretamente en el sentido de un realismo cosmopolita, que nos abra y agudice la mirada para las desconocidas, interrelacionadas e interdependientes sociedades en las que vivimos y actuamos.

Ulrich Beck es sociólogo y profesor de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics. Traducción de M. Sampons.

Vídeos de una entrevista a Gregorio López Sanz

A continuación reproducimos el vídeo de la entrevista realizada a Gregorio López Sanz, Coordinador de la Comisión Justicia Fiscal Global de ATTAC España, por un equipo de ATTAC País Valenciano. Para un mejor seguimiento de los temas de la entrevista, esta se divide en 6 cortos. Cada corto corresponde a un eje temático diferenciado.



Cap I - Los planes de rescate http://www.vimeo.com/3053119


Cap II - ¿hay algo positivo en ésta crisis? http://www.vimeo.com/3055943





Cap III - El neoliberalismo y el déficit fiscal http://www.vimeo.com/3054798



Cap IV - El mercado de trabajo http://www.vimeo.com/3055006





Cap V - Paraísos fiscales http://www.vimeo.com/3055426




Cap VI - Regulación del movimiento de capitales http://www.vimeo.com/3055695


domingo, 1 de febrero de 2009

La desregulación de los mercados financieros como causa de pobreza



Fuente: Red de justicia fiscal

A comienzos de 2009 la crisis financiera global ha generado una recesión económica en muchos países del Norte, que oculta en los medios de comunicación el agravamiento de la pobreza y el hambre en el Sur; olvidándose generalmente que ha sido el modelo de desarrollo de la globalización neoliberal aún vigente, con sus medidas de desregulación bancaria y financiera, el que ha traído esta situación mundial.


El análisis de esas medidas y sus efectos negativos en el Sur es el contenido de la ponencia que bajo el título indicado presentó Juan Hdez. Vigueras en el Seminario multidisciplinar sobre el Derecho a no emigrar-El codesarrollo en el mundo global, organizado por la Escuela Judicial del Consejo del Poder Judicial en Madrid los días 26-28 de Mayo de 2008.


Los movimientos migratorios de todo tipo afectan anualmente a casi 200 millones de personas según la OCDE; y estas migraciones tienen una relación estrecha con el empobrecimiento del Sur.


Hoy se reconocen el empobrecimiento y demás consecuencias negativas que ha tenido el modelo del consenso de Washington en gran número de países latinoamericanos y africanos. Sin embargo, se suele omitir la mención del papel jugado por la liberalización de los movimientos internacionales de capitales; que han generado un tremendo desarrollo de los centros financieros extraterritoriales en ciertos países y territorios; calificados luego como paraísos fiscales pero que han tenido un peso enorme en la descapitalización de los países del Sur y en su atraso económico y social.


Ciertamente, conforme al consenso que se logró en la conferencia de Monterrey, compete a cada país la responsabilidad de movilizar sus recursos propios para financiar su propio progreso económico y social. Pero el entorno internacional de descontrol de los movimientos financieros representa serios obstáculos, como se expone en este documento. Por eso, si realmente queremos acabar con las avalanchas migratorias hacia el Norte rico, habría que lograr lo que sugería un cartel expuesto durante la Semana de comercio justo organizada por la Universidad Complutense de Madrid en la primavera de 2004: “Sin modificar las reglas de juego no hay posibilidad de solucionar el problema del actual desequilibrio entre el Norte y el Sur” y “solo un nuevo orden internacional más justo podrá cambiar el desequilibrio entre el Norte y el Sur”.


El documento completo está disponible aquí